sábado, 8 de marzo de 2014

No juzgamos con coherencia


La conducta humana orientada a la aprobación o desaprobación de lo que otros hacen, está severamente reñida con la lógica.

Si bien la lógica indicaría que podemos reclamar vehementemente por los errores así como también deberíamos ovacionar con entusiasmo por los aciertos, en los hechos criticamos con energía pero felicitamos con recato, contención, flema inglesa.

En el ámbito político, cuando votamos a un candidato quien, poco menos nos pidió de rodillas nuestro apoyo en las urnas y nos estimuló aun más prometiéndonos una gestión maravillosa, con la solución inmediata de todo lo que ningún otro político pudo hacer en los últimos 5 siglos, es un poco razonable que seamos desequilibrados en la aprobación y en la reprobación.

No corresponde felicitar a quien solo se limita a cumplir una promesa. Cuando el deudor concurre al banco a pagar un préstamo, jamás se va a encontrar con una mesa repleta de sándwiches, torta y bebidas refrescantes: le cobran y se puede sentir dichoso si lo saludan con algún sonido gutural.

Es particularmente extraño cómo se comporta la hinchada y el director técnico cada vez que un cuadro hace un gol. La algarabía con que se festeja el hecho demuestra, sin dejar ninguna duda, que nadie confiaba lo más mínimo en la buena gestión de los jugadores. Todas las palabras y cánticos de aliento previo, no fuera otra cosa que burdas mentiras.

En suma: una manifestación más de la incoherencia propia de nuestra conducta es que no aplaudimos ni criticamos de forma lógica.

Por lo expuesto, y dado que para casi todos es interesante saber cómo funciona la psiquis, repito lo que ya dije varias veces: nunca se puede conocer la mente humana valiéndose de la lógica, la racionalidad, la coherencia.

(Este es el Artículo Nº 2.161)


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