miércoles, 11 de septiembre de 2013

Los genocidios conservadores de la especie



 
En nuestra especie la Naturaleza asegura su conservación con esporádicas y angustiantes muertes masivas.

Cursa el mes de setiembre de 2013 y les diré todo lo que sé sobre el conflicto armado que tiene como centro de las acciones bélicas a Siria.

Lo que sé es que, por alguna razón, Estados Unidos los atacará, que otros países estarán de acuerdo con el atacante y que otros estarán de acuerdo con los atacados.

Lo más importante que sé es que en estos tiempos y en esa zona, la tasa de fallecimientos crecerá en forma alarmante.

Respecto a este asunto en particular, no sé nada más.

Con esta breve información deseo compartir con ustedes dos reflexiones.

Puesto que son vidas, como las nuestras, las que están en peligro de perderse, padeceremos diversos grados de angustia, que trataremos de calmar de diversas formas:

— Autoengañándonos con que no nos importan nada;

— Leyendo afanosamente toda interpretación que caiga en nuestras manos, porque de esa manera, devorándonos las noticias, imaginaremos que podremos dominar las circunstancias trágicas «digiriéndolas» (Sí, ya sé, parece un disparate, pero así actúa nuestro inconsciente: tratamos de conocer solo cuando tratamos de dominar algo que nos angustia);

— Imaginando que protestando en Facebook modificaremos el curso de los acontecimientos.

La segunda reflexión que deseo proponerles es peor que la primera.

1º) Los seres humanos no tenemos libre albedrío sino que estamos 100% determinados por muchos factores: genéticos, ambientales, culturales, meteorológicos, hormonales, y un nutrido etcétera);

2º) Bajo estas condiciones naturales e incontrolables, podría pensarse que en nuestra especie tenemos que morirnos o matarnos cada tanto y en grandes cantidades, porque así se tonifica nuestro instinto de conservación.

Asociado a este genocidio programado por la Naturaleza, tenemos que alarmarnos, atemorizarnos, agitar nuestro pensamiento, angustiarnos.

Con este espantoso procedimiento, ya somos siete mil millones de ejemplares.

(Este es el Artículo Nº 2.017)

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