Descalificamos y maltratamos a los afrodescendientes
porque su piel oscura simboliza todo lo misterioso e ignorado que nos
atemoriza.
¿Se imagina a un beduino, en
el desierto de Sahara (África), de noche, sin luna, a quien se le cayó en la
arena un objeto muy valioso para él, —digamos, un anillo—, y que
desesperadamente trata de encontrarlo valiéndose tan solo de una linterna?
¡Ah!, olvidé decírselo: El
beduino no sabe bien dónde fue que se le cayó el anillo.
Imitando a un barman que
prepara sus cócteles guiado por la inspiración de cada momento, tengamos
presente que:
— solemos decir que África es «el continente
negro»;
— recordemos también que el ser humano teme a la oscuridad durante
varios años de su niñez y, a veces también, durante varios años de la adultez;
— agreguemos que, cuando descubrimos algo importante, solemos decir que,
sobre ese asunto, «se hizo la luz»;
— de los muy intuitivos decimos que están «iluminados»;
— no pasemos por alto que para la mayoría de los humanos, la raza negra
es inferior a la blanca y a la amarilla. Más aún: algunos negros están de
acuerdo.
Con estos insumos, muchos de ustedes van a poder encontrarle alguna
lógica a las reflexiones siguientes:
a) Los humanos dependemos fundamentalmente del sentido de la vista;
b) Cuando conocemos lo atemorizante, dejamos de tenerle miedo;
c) Nos alivia bastante tener alguna explicación de eso que nos angustia,
que tanto puede ser una explicación mágica (religiosa), como racional
(científica);
d) Cuando una explicación no nos calma la angustia o, por el contrario,
nos la aumenta, la descalificamos, la desvalorizamos;
e) Todo lo que nos produce miedo pertenece al «continente negro»
(oscuro, ignorado, misterioso).
Conclusión: los negros
(africanos) son considerados seres inferiores porque necesitamos descalificar
aquello que nos atemoriza y ellos representan a nuestros temores.
(Este es el Artículo Nº 2.012)
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