lunes, 2 de septiembre de 2013

Estrategia para construir una personalidad




Hacer creer (teatralizar) que tenemos ciertos atributos (valentía, honestidad, peligrosidad), termina instalándonos indirectamente esos atributos, que al principio solo impostábamos.

Estar pendientes, atentos, supeditados al «qué dirán», es algo esperable en las personas porque cuando fuimos niños muy pequeños, vulnerables y dependientes del humor de nuestros cuidadores (generalmente parientes, empleados, maestros), tuvimos que prestar especial atención a la inestabilidad emocional de estos personajes, tan importantes para nuestra existencia.

Si se habían levantado con el pie izquierdo, nuestro instinto de conservación hacía lo posible para convertirnos en invisibles. Los períodos de auge aparecían cuando esos ídolos se levantaban con el pie derecho.

Desde temprana edad tuvimos que estar atentos, alertas, despiertos, porque los adultos son los dioses de los infantes pequeños, así como los Dioses son los dioses de los infantes adultos.

Pero nuestra capacidad actoral, es decir, nuestra habilidad para mentir, engañar, imaginar realidades paralelas, nos permitió elaborar algunas estrategias beneficiosas.

Observe esto porque pudo ocurrirle o puede observarlo a alguien allegado.

Existe una estrategia que depende de cuatro sencillos pasos:

1º) Trato de hacerles creer a los adultos, a fuerza de un cierto discurso, de actuar, disimular, aparentar, que, por ejemplo, soy valiente. Para eso tendré que decir, «yo soy valiente», «no tengo miedo», «mi hermano es un cobarde y yo no»; tendré que demostrarme audaz, hablando con desconocidos sin timidez, yendo solos al dentista, cruzando la calle con el semáforo en luz roja;

2º) Esperaré a que, mostrada mi actuación, me haga famoso y muchos piensen que soy realmente valiente, temerario;

3º) Me olvidaré de que estuve actuando, haciéndome el valiente, ocultando el terror que sentía;

4º) Al constatar que los demás piensan que soy valiente, y como soy sensible al «qué dirán», para no defraudarlos, pero también por vergüenza, actuaré con audacia, como si realmente fuera audaz.

(Este es el Artículo Nº 2.008)

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