La duración de un vínculo
amoroso heterosexual depende exclusivamente de las hormonas femeninas. Estas
determinan la vigencia o no del varón.
Si pudiéramos ver a una pareja de enamorados desde un punto de vista
netamente zoológico, podríamos decir: «Es una
hembra con el macho que eligió».
Observe sus propios sentimientos al leer esta definición.
Es muy importante que usted se autoevalúe, para poder comprender con
cuánta estabilidad emocional cuenta para aceptar un punto de vista zoológico en
algo que tanto nos concierne, pues alguna vez estuvimos o ahora estamos,
integrando:
— una pareja de novios, o de
— amantes clandestinos que se aman con pasión, o
— un matrimonio bien avenido.
Por lo tanto, cuando utilizamos las palabras «matrimonio», «novios» o «amantes», estamos aludiendo a una mujer con el
hombre que ella eligió como padre de sus hijos.
Con esta definición zoológica podemos
entender algunos fenómenos que no se explican con la definición antropológica.
En otras palabras: si nos vemos como animales podemos entender fenómenos que no
se explican cuando pensamos que no somos animales.
Este punto de vista incluye un hecho que
parece casi incuestionable: es la mujer la que elige al varón que la fecundará,
es decir, el varón no elige y conquista a la mujer, sino que él concurre a una
convocatoria tan seductora que se vuelve casi ineludible.
Esa pareja se mantendrá unida mientras las
hormonas de ella sigan segregando estímulos para mantener el proyecto de seguir
teniendo hijos.
La mujer conserva el deseo de ser madre
mientras sus hormonas se lo indiquen, independientemente de si las condiciones
materiales lo permiten o no. Por eso no importa si la mujer ya no menstrua: la
pareja puede continuar porque ella sigue deseando tener hijos con el varón que
sigue prefiriendo.
Cuando esa preferencia cambia, la pareja se
deshace en poco tiempo.
(Este es el Artículo Nº 2.026)
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