jueves, 15 de agosto de 2013

No esperemos manzanas de un limonero



 
Si ignoramos que los seres humanos no somos esencialmente monógamos, nunca podemos pedirle a un semejante que lo sea.

Cada vez que hacemos una afirmación correspondería informar también desde qué punto de vista es que la hacemos, pero eludimos esa aclaración por dos grandes motivos:

1) Porque nos daría demasiado trabajo estar explicando cuál es nuestra configuración de mundo, y, sobre todo y fundamental

2) Porque estamos convencidos de que todo el mundo «piensa como yo»..., o está equivocado y no tardará en rectificarse.

Desde mi punto de vista, que responde a las ideas generales del psicoanálisis, afirmo que todo ser humano cumple sus promesas, es honesto y es fiel.

Como me autoimpongo no escribir más de 300 palabras en cada artículo, trataré de fundamentar por qué «todo ser humano es fiel».

La afirmación axiomática, incontrovertible, indiscutible, absolutamente verdadera es que «ningún ser humano puede comportarse de otra manera que no sea como ser humano».

De la aseveración anterior se desprende que «todo ser humano es fiel a su condición esencial, básica, inevitable, profunda, real».

De la aseveración anterior se desprende su opuesta: «nadie puede ser fiel a una pretensión que no tenga en cuenta la condición esencial, básica, inevitable, profunda, real».

Pondré un ejemplo tonto: si alguien pacta con otra persona el compromiso de nunca caer hacia abajo, estará ignorando negligentemente la ley de la gravedad.

Si esta persona incurre en el error de caerse de un árbol y golpearse contra el suelo, estará siendo fiel a su real condición, aunque aquel desatinado contrato quede incumplido.

Por lo tanto, si ignoramos que las personas no somos esencialmente monógamas, nunca podemos pedirle a un semejante que lo sea porque terminará siéndole fiel...a la ley natural, como no puede ser de otra manera.

Esto explica por qué todos somos fieles.

(Este es el Artículo Nº 1.990)

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