Si ignoramos que los seres humanos no somos esencialmente monógamos, nunca podemos pedirle a un semejante que lo sea.
Cada vez que hacemos una
afirmación correspondería informar también desde qué punto de vista es que la
hacemos, pero eludimos esa aclaración por dos grandes motivos:
1) Porque nos daría demasiado
trabajo estar explicando cuál es nuestra configuración
de mundo, y, sobre todo y fundamental
2) Porque estamos convencidos de que todo el mundo «piensa
como yo»..., o está equivocado y no tardará en rectificarse.
Desde mi punto de vista, que responde a las ideas generales
del psicoanálisis, afirmo que todo ser humano cumple sus promesas, es honesto y
es fiel.
Como me autoimpongo no escribir más de 300 palabras en cada
artículo, trataré de fundamentar por qué «todo ser humano es fiel».
La afirmación axiomática, incontrovertible, indiscutible,
absolutamente verdadera es que «ningún ser humano puede comportarse de otra
manera que no sea como ser humano».
De la aseveración anterior se desprende que «todo ser humano
es fiel a su condición esencial, básica, inevitable, profunda, real».
De la aseveración anterior se desprende su opuesta: «nadie
puede ser fiel a una pretensión que no tenga en cuenta la condición esencial,
básica, inevitable, profunda, real».
Pondré un ejemplo tonto: si alguien pacta con otra persona el compromiso
de nunca caer hacia abajo, estará ignorando negligentemente la ley de la
gravedad.
Si esta persona incurre en el error de caerse de un árbol y golpearse
contra el suelo, estará siendo fiel a su real condición, aunque aquel
desatinado contrato quede incumplido.
Por lo tanto, si ignoramos que las personas no somos esencialmente
monógamas, nunca podemos pedirle a un semejante que lo sea porque terminará
siéndole fiel...a la ley natural, como no puede ser de otra manera.
Esto explica por qué todos somos fieles.
(Este es el Artículo Nº 1.990)
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