Los cónyuges comienzan a verse recíprocamente feos cuando
los ovarios dejan de producir las hormonas estimulantes de la fecundación.
Los humanos tenemos dificultades con la verdad
y la mentira porque todo indicaría que nuestro cerebro se entera de muy poco.
Para quienes gustan de coleccionar palabras
poco usadas pueden comprobar si ya tienen el vocablo «gnoseología», que significa «Teoría del conocimiento» y, otra muy sonora: «epistemología»: «Doctrina de los fundamentos y métodos del conocimiento
científico».
Cualquiera
de las dos se vincula a la investigación sobre si podemos conocer o no y qué
podemos hacer para comprobar si lo que averiguamos es cierto o falso.
Por lo
tanto, si lo que voy a decirle le parece imposible, al menos concédale el beneficio de la duda.
Si
fuera cierto que en la especie humana es la hembra quien convoca a los machos
cuando está en celo, entonces la mujer, que se observa tratando de seducir a un
cierto varón. podría interpretar su actitud como que está en celo y que ese príncipe azul es el que su instinto le
recomienda para padre de sus hijos.
A
partir del momento que la mujer está abocada a conquistar al hombre que desea,
se crea toda una coreografía muy variada, pero que en esencia consiste en el
intento de estimularlo sexualmente para que se desespere por acostarse con
ella.
Ante
estos fenómenos hormonales, decorados por miles de aderezos románticos,
poéticos, artísticos, delirantes, musicales, ambos se ven maravillosos,
hermosos, perfectos, divinos, adorables: ella lo ve así y él la ve así..., y de
nada servirá que algún atolondrado (padres, amigos, familiares) intente
persuadirlos de lo contrario.
Nacidos
él o los hijos y cuando las hormonas de ella disminuyen en cantidad, ella
comenzará a verle defectos a él y él no la verá tan bella.
¡Fin!
(Este es el Artículo Nº 1.998)
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