viernes, 9 de agosto de 2013

La utilidad de un cónyuge imperfecto




Cuando los cónyuges se critican severamente en realidad están diciendo «¡qué bueno, (inteligente ...), soy comparado con este (o esta)!».

Les comento que la mujer elige al padre de sus hijos cuando sus hormonas la inducen a ser madre.

En 99 de cada 100 casos ellas logran ser fecundadas por el varón que eligieron y, en ese sentido, pueden sentirse satisfechas, pero..., siempre hay por lo menos un pero.

Como vivimos en sociedades regladas por infinidad de normas culturales que conviven precariamente con las leyes naturales, es muy probable que la alegría de estar embarazada del hombre que eligieron sea de corta duración pues, en poco tiempo, tendrá que hacer múltiples malabares para negociar cuestiones de convivencia con el futuro padre de su hijo.

Tanto ella como él están convencidos de que de la única manera que se puede vivir es con las normas que recibieron por primera y única vez en la casa de sus padres y tendrán dificultades para aceptar que el pan se guarda en la heladera, que los platos de la cena se lavan al otro día antes de desayunar y que los domingo hay que visitar a los abuelos «te guste o no te guste».

Lo importante es que la principal encargada de conservar la especie está embarazada del varón que ella seleccionó y todo lo demás es secundario. Por lo tanto si la convivencia se torna muy molesta, aplicando un orden de prioridades indiscutible y un sentido común ratificado por la unanimidad de los familiares de ella, este señor tendrá que irse si deja de ser tan agradable como era antes de depositar su semen en el cuerpo de la novia.

La convivencia a veces continúa si los defectos del él permiten realzar las virtudes de ella. Vivirán discutiendo..., pero continuarán necesitándose.

(Este es el Artículo Nº 1.984)

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