Internet también es usado para que los matrimonios
conflictivos se distraigan, cada uno por su lado, y dejen de agredirse.
En una celda VIP, (dícese de
las reclusiones para personajes importantes, influyentes, aunque no tanto como
para ser impunes), se encontraron dos hombres que apenas se conocían.
Por tratarse de personas muy
educadas, compartieron la pequeña habitación dándose muestras de cortesía,
consideración, deferencia. Se escuchaban sin interrumpirse, moderaban los
adjetivos para no descalificar al otro groseramente, se decían «buenos días» al
despertarse.
También cuidaban de no ocupar mucho tiempo el minúsculo baño. Cuidaban
el aseo de la celda y de la ropa.
Esto no duró tanto como ellos deseaban. La irritabilidad reprimida se
dejó ver cuando uno de los dos levantó la voz para reafirmar su argumento en
una discusión trivial.
El otro no tardó en hacer lo mismo «porque no podía ser menos».
Esa noche ya no se dijeron el generoso «que descanses y duermas bien»;
al otro día, tampoco se saludaron. La hostilidad quedó instalada. Ya no se
hablaban sino que se gruñían.
Un día, el más alto empujó al más pequeño y este le insultó a la madre.
El más alto lo tomó por el cuello e intentó asfixiarlo durante pocos segundos.
Un guardia vio la situación y se lo comentó al responsable de la
prisión, porque si algo le ocurriera a alguno de estos ilustres personajes
caídos en desgracia, el partido de gobierno habría sido acusado ante la Corte
de Derechos Humanos.
El salomónico director proveyó a los reclusos de una tableta a cada uno
y la paz volvió a la minúscula celda. Quedaron mentalmente aislados y dejaron
de pelearse.
Esta es una metáfora: los presidiarios conforman una pareja matrimonial
y la solución para que no se lastimaran es la que usan muchas parejas hoy día.
(Este es el Artículo Nº 2.004)
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