La forma como alguien ordena la realización de sus
tareas, según sean agradables o desagradables, señala características de su
personalidad.
Cuando tenemos dos tareas para
realizar, es probable que una sea más placentera que la otra.
Ante esta situación algunas
personas prefieren hacer primero la agradable y después la desagradable y otros
al revés.
Una explicación, muy poco
sofisticada, de estas actitudes podría indicarnos que:
— las personas que hacen
primero lo agradable son ansiosas, tienen baja tolerancia a la frustración y
apuestan a que el tiempo cambie alguna circunstancia como para que la segunda,
y desagradable tarea, deje de existir, pueda evitarse o, por alguna razón, se transforme
en placentera. El deseo acumulado las molesta.
No descartaría suponer que
estas personas cuentan con la muerte, pues si bien la tarea puede llegar a
extinguirse, seguramente tienen en cuenta que ellas mismas pueden morir y
quedar exonerados de la tarea desagradable.
Otro pensamiento que anida en
estas personas es que puede aparecer algún ansioso que no soporte tanta demora
en realizar la tarea desagradable y prefiera hacerla él porque la molestia será
menor a la que siente esperando.
— las personas que hacen
primero lo desagradable aplican un criterio un poco gastronómico: primero comen la comida alimenticia, generalmente
salada y dejan para el final la dulce y deliciosa. Quizá estén condicionados
por la educación infantil que suele recurrir a la promesa del postre con tal de
estimular al niño para que se alimente.
Estas personas gozan con la
postergación, disfrutan demorando el placer, probablemente su cuerpo genera una
gratificante sensación acumulando el deseo. Gozan deseando y, eventualmente,
gozan cuando se frustran.
No descartaría suponer que
estas personas no tienen en cuenta la muerte como un factor realista. Si
postergan el placer es porque dan por seguro que cuentan con el futuro.
(Este es el Artículo Nº 1.992)
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