sábado, 24 de agosto de 2013

El mercado nos prefiere intolerantes



 
Porque el márquetin nos induce a ser compradores compulsivos, ansiosos, intolerantes, nuestra personalidad es menos apta para criar niños.

En nuestra cultura tienen un gran protagonismo acciones tales como:

Incitar, promocionar, estimular, excitar, promover, alentar,  provocar, pinchar, aguijonear, soliviantar, picar, calentar la cabeza, hacer desear, dar manija.

Así como los granjeros preparan al animalito que piensan faenar para ser comido en las fiestas tradicionales de cada pueblo, los comerciantes, industriales, financistas, y demás consumidores del mercado consumidor, realizan algunas de las acciones enumeradas en el párrafo anterior.

Obsérvese que dije: «consumidores del mercado consumidor»: sólo para ponernos de acuerdo les comento que los compradores somos en cierto modo faenados, comidos por quienes se alimentan de nosotros, esto es, el mercado de ofertas de nuestra sociedad.

La publicidad que recibimos no es otra cosa que esa preparación que ellos nos hacen predisponiéndonos para que compremos lo que ellos producen y venden.

Repito: los consumidores somos para los vendedores algo muy parecido a los  pavos, los pollos, los conejos o los cerdos que finalmente terminan en la mesa familiar para deleite de los comensales.

Con esa preparación los potenciales compradores necesitamos estar estimulados para desear intensamente eso que ellos venden. A eso se dedican el márquetin, la publicidad, la mercadotecnia.

Uno de las influencias principales consiste en bajar nuestra tolerancia a la frustración.

Un buen comprador es aquel que no soporta durante mucho tiempo un deseo, un antojo, una necesidad, insatisfechos. Los vendedores aman a los compradores compulsivos, desesperados, quienes gastan hasta lo que no tienen y se endeudan hasta en lo que no podrán pagar.

Por lo tanto, es útil reconocer que estamos siendo estimulados científicamente para que seamos intolerantes, irritables, ansiosos, apurados, irreflexivos, impulsivos, temerosos, dependientes, sumisos, hedonistas.

Con una personalidad así no tenemos paciencia para criar niños.

(Este es el Artículo Nº 1.999)

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