viernes, 28 de septiembre de 2012

No mirar para no ser visto



   
Nuestra psiquis supone que para no ser vistos por alguien, alcanza con dejar de mirarlo.

Mirar y comer son acciones metafóricamente asociadas.

Hemos oído decir:

«Se lo come con los ojos», para decir que «lo mira con especial interés»; 
— «Devorar un libro», cuando se lee con avidez;
— «A fulano no lo trago», como sinónimo de «A fulano no lo puede ver».

En otros artículos he compartido con ustedes algunas reflexiones a partir del dicho popular «No le hagas a los demás lo que no querrías que te hicieran a ti» (1).

Este refrán está expresado en un nivel simbólico (verbal), pero las acciones de «cerrar los ojos», «mirar para otro lado», «dar vuelta la cara», son sus equivalentes en el nivel efectivo (fáctico, empírico).

Los niños más pequeños, cuando no quieren ser visto, cierran o se tapan los ojos porque entienden que «si no miran, no son vistos», confundiendo las acciones ajenas con las propias.

Desconozco si es cierto o no, pero lo que sí es verdadero es que muchas veces aludimos a la (supuesta) costumbre del ñandú de esconder la cabeza cuando quiere «huir» de una amenaza.

Independientemente de si es cierto que esa ave tiene esa costumbre, lo real es que los humanos utilizamos esa alusión cuando queremos resaltar la actitud negadora de alguna persona, la actitud por la que «no quiere ver» lo que prefiere que no exista.

Negar la realidad es uno de los recursos más usados cuando estamos demasiado angustiados con situaciones que preferimos «no ver» porque es lo único que podemos hacer ya que eliminarlas parece imposible.

El refrán «No le hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti» se basa en la misma extraña actitud que podría resumirse diciendo: «No mires cuando no quieres que te vean».

               
(Este es el Artículo Nº 1.701)

10 comentarios:

Fabián dijo...

Cierto que como todos somos distintos, no tiene demasiado sentido que no le hagamos a los demás lo que no nos gusta que nos hagan a nosotros.

Luis dijo...

Como Ud. decía en el videocomentario, los niños pequeños todavía no se han discriminado del todo de los otros. Por eso creen que para que el otro no los vea alcanza con que él no lo vea. Están centrados en si mismos y piensan todo desde ese lugar, no pueden acceder al lugar o punto de vista del otro. La mala noticia es que lo mismo nos sigue pasando de adultos.

Oriente dijo...

Comer, coger y mirar parecen ser acciones que guardan unas cuantas similitudes entre si. Tienen que ver con adueñarse. Al comer nos adueñamos e incorporamos a otro ser vivo que se ha convertido en nuestro alimento. A través del sexo hacemos nuestro al otro, entramos en él a través de los besos, la penetración, y permitimos que el otro entre, se adueñe, permitiéndole que se introduzca en nuestro cuerpo. Quizás por ese lado venga la idea de que el otro con el que hemos mantenido relaciones sexuales, nos pertenece. Algo similar pasa cuando miramos: incorporamos la imagen del otro, así como el otro cuando nos mira incorpora nuestra imagen. Nos conoce, lo que luego le permite reconocernos. La imagen queda guardada en nuestro cerebro y luego podemos rememorarla, es decir, la hacemos nuestra.

Margarita dijo...

Negar los problemas no los soluciona pero los posterga. A veces parece ser necesario postergarlos. En otras ocasiones hacerlo nos puede dificultar la vida y dificultársela a otros, claro.

Yoel dijo...

Algunas mujeres usan la técnica de mirar para el otro lado con la intención de que las miren con mayor descaro.

Ernesto dijo...

Para no enterarse de que existe la pobreza, alcanza con no verla.

Gabriela dijo...

Algunas personas son de la opinión de que las nuevas tecnologías nos alejan de los otros, aunque en apariencia pareciera que nos acercan. A pesar de que con la webcam podemos vernos y hablarnos, es cierto que el contacto físico no es posible. Otra cosa que se elimina, al menos por ahora, es el olor, aunque parece que el sentido del olfato ya lo tenemos bastante atrofiado. Las ventajas de encontrarnos a través de las redes sociales no es necesario enumerarlas, saltan a la vista. ¿A que voy con esto? Mi planteo va por el lado de que a través de las telecomunicaciones multiplicamos nuestros contactos y puede que vayamos, de a poco, dejando de precisar la cercanía. No es lo mismo tener un hijo en Europa y viajar a verlo cada cinco años, que hablarle y verlo todas las semanas a través de la pantalla. A su vez, obviamente no es lo mismo verlo en la pantalla que personalmente.
Para una minoría que elude el contacto social, o por distintos motivos no lo puede tener, estos medios de comunicación alivian su soledad. A otros que no tenemos esos problemas, nos puede llegar a suceder que perdamos habilidad para el contacto social. Imaginemos que una persona que sólo puede comunicarse con otros a través del teléfono o la pantalla, el contacto personal puede provocarle angustia porque no ha aprendido a manejarlo.

Olga dijo...

Con el mail es difícil comunicarse porque la mirada y los gestos que acompañan el discurso verbal quedan afuera.

Lola dijo...

Comer con los ojos no quita el hambre pero es inevitable.

la gordis dijo...

Mi psicólogo me dice que en lugar de devorar comida, devore libros. A mí no me parece algo demasiado parecido... pero sigo intentando.