lunes, 3 de septiembre de 2012

Las religiones autorizan propuestas insólitas



   
«Si gente muy inteligente divulga su creencia en Dios, mi libertad para proponer ideas insólitas es casi infinita».

En los lugares donde se juntan muchas personas (para hacer trámites, para ser entrevistadas, para ser examinadas), suele haber algún cartel que dice: «Espere a ser llamado», «Para ser atendido, saque número», «Manténgase detrás de la línea amarilla».

En general, las personas que respetan estas indicaciones son una mayoría. Las que no las respetan suelen ser personas con alguna deficiencia mental o educativa.

Por ejemplo, quienes no entienden la cartelería es razonable que no la respeten; los niños no tienen noción de línea amarilla que no permite pasar en tanto ellos observan que fácilmente se la puede trasponer; unos pocos ciudadanos no pueden evitar hacer exactamente lo contrario a lo que se les pide.

A nivel de humanidad (el agrupamiento mayor), esa línea amarilla parece estar tatuada en la mente de algunas personas, quienes se sienten inhibidas para pensar de forma alternativa a como se les dijo que pensaran.

Algunos románticos sueñan con recobrar la mentalidad infantil, esa que desconoce lo que son las «líneas amarillas» infranqueables.

Para reforzar esta parálisis, esas mismas personas están convencidas de que tienen la libertad de hacer y de pensar lo que quieren. Es decir: son presidiarios que se creen libres; no pueden pensar algo distinto a lo que les enseñaron, pero igual se imaginan capaces de tomar cualquier decisión. Son apóstoles del libre albedrío, que en una especie de círculo vicioso, no pueden dejar de pensar de una única manera, que rechazan cualquier idea distinta, que se ofuscan con quienes no comparten sus creencias.

No sé por qué soy ateo, pero serlo me permite razonar así: «Si gente muy inteligente divulga su creencia en Dios, mi libertad para proponer ideas insólitas es casi infinita».

(Este es el Artículo Nº 1.677)

10 comentarios:

Elbio dijo...

Lo curioso es que la creencia en distintos dioses parece haber sido una constante para la humanidad. Los ritos, la concepción de lo sagrado, parece haber acompañado desde sus albores al homínido más evolucionado.
Si es cierto que la mayor parte de los contenidos de nuestro cerebro permanecen inconscientes, el inconsciente disparatado y caótico rige nuestra conducta. Luego eso se refleja en nuestras creencias.

Fulgencio dijo...

Los románticos surgieron como reacción ante el racionalismo asficciante que imperaba.
Darle un poco de libertad al niño que lleva sepultado a medias el adulto, si se hace en el momento oportuno, es cosa buena.

Andrés dijo...

Las líneas amarillas son más amables que las rojas. Las rojas prohiben, las amarillas advierten.

Paula dijo...

Hay contados momentos en la vida en los que tenemos que llevarnos por delante todas las líneas amarillas.

Elena dijo...

El respeto a las ideas insólitas está en directa proporción a la jerarquía de la persona por quien son emitidas.

Leonardo dijo...

Nuestra capacidad de pensar y de imaginar no es infinita. Las limitaciones humanas son infranqueables. La única manera de pensar que tenemos es la humana. Aún así disponemos de una enorme gama de posibilidades para profundizar.

Óscar dijo...

En los lugares donde se juntan muchas personas hay que organizar muy bien. En esas instancias la cultura se impone.

Aldo dijo...

Somos seres culturales porque cambiamos nuestra forma de organización con mucha más frecuencia que el resto de los animales.

Marina dijo...

El analfabeto no puede leer el cartel, entonces debe agudizar su observación para saber de qué manera comportarse.

Mabel dijo...

Toda la vida me mantuve detrás de la línea amarilla, y ahora de vieja se me da por cruzar con la roja.