Tengo que decirlo aunque me duela: mi padre
era una mala persona.
Nunca se sabía cómo reaccionaría ante los
hechos más variados: ¿acompañará a mi madre al médico o le dará esa orden a su
anterior esposa?; ¿tendremos que simular su presencia cuando un piquete de
empleados venga a manifestar con pancartas en la puerta de nuestro edificio?;
¿le hará otro desaire a mi tío, (hermano de mi mamá), por milésima vez?
Mi padre era muy locuaz, tenía argumentos para
cualquier discusión y un desparpajo olímpico: un verdadero caradura con
facilidad de palabra y velocidad mental (utilizada para el mal, según su propia
definición).
A mi tío le faltaba esa inteligencia,
tartamudeaba mucho cuando se ponía nervioso (ante la más leve irrespetuosidad
de cualquiera). Era muy considerado con su esposa e hija y con su hermana (mi
madre). Inclusive era considerado con mi padre, a quien respetaba como si se lo
mereciera.
En el plano económico ocurría lo que siempre
ocurre: los buenos son pobres y los ricos son desconsiderados.
En otras palabras: mi padre mantenía a su
anterior familia a cuerpo de rey,
(esposa y 4 hijos adolescentes) y también a nosotros, con muchas más
comodidades de las que precisábamos.
Por el contrario, mi tío era muy imaginativo,
le encantaba escribir poemas y a veces hablaba conmigo sobre los negocios que
haría si tuviera un poco más de dinero.
En una reunión familiar entre los más íntimos,
mi tío comentó ante todos que tenía una idea brillante para la que necesitaba
financiamiento.
Desarrolló la idea con una abundancia de datos
que parecían haber sido muy bien estudiados.
Debo reconocer que la idea era fantástica.
Durante la exposición comencé a darme cuenta que el inescrupuloso de mi padre
se la robaría.
Una vez concluida su extensa, y un poquito
aburridora explicación, todos pensamos que mi tío le pediría un préstamo a mi
padre, quien hasta ese momento lo había mirado sin inmutarse, como un jugador
de póquer.
Antes de que el tío formulara su pedido, quizá
demorándose por esa tartamudez que lo enlentecía al hablar, mi padre le dijo: «Sos un pajero, cuñadito».
(Este es el Artículo No. 1696)
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5 comentarios:
Pah!!! Ese cuento da para pensar Doc. Estaba ansiosa de saber qué diría el padre del narrador. Bueno, ahora me quedo pensando...
No sé si ese padre de negocios era tan mala persona. El hecho es que producía y mantenía a su propia familia y a la de su hermana. Que tendría sus extravagancias, las tendría. También supongo que debería ser bastante arrogante y sobervio. Ya vemos por el testimonio de uno de sus hijos que no parecía generar mucha conformidad como padre. Pero el tipo era generoso.
El tío poeta era muy imaginativo. Yo pienso que los proyectos se van construyendo desde abajo a medida que se hacen. No me parece muy factible que se pueda hacer el diseño de antemano y luego aplicarlo. Eso sería no considerar los miles de imprevistos que surgen siempre. Supongo que por eso el tipo le dijo al cuñado que era un pajero.
Discrepo con Lautaro. Se puede armar un proyecto y luego conseguir financiamiento. Además los proyectos no tienen por qué ser rígidos. Para eso están las evaluaciones períodicas, para corregir o repensar lo que sea necesario.
Si el protagonista de este cuento decía de si mismo que utilizaba su velocidad mental para el mal, estamos ante una cabeza complicada. Son pocos los que se autodefinen malos y encima a conciencia. Somos más los que nos creemos más buenos de lo que somos. Ese hombre podría ser mal tipo, pero que se conocía, se conocía. Vaya uno a saber cuáles eran sus lógicas. No podemos juzgarlo apresuradamente.
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