viernes, 19 de diciembre de 2008

Te ofrezco lo que no tengo

Continúo comentando lo mismo que empecé anteayer con el artículo titulado Necesito que seas mi amigo.

Hay un proverbio que dice: «No le hagas a los demás lo que no quieras que los demás te hagan a ti», del cual se desprende fácilmente una conclusión categórica: «Hazle a los demás lo que tu quieres que te hagan a ti».

Estas ideas están fuertemente arraigadas en nuestro cerebro y actuamos según ellas en forma automática, sin espíritu crítico, sin razonarlas.

Esta receta para convivir adolece de un gran defecto: parte del supuesto de que todos somos iguales, que lo que necesito yo lo necesitan todos, que lo que a mí me molesta, le molesta a todos.

Como somos parecidos pero no iguales, el proverbio nos conduce a un error inevitable: Ofrecer lo que no tenemos.

Aclaro más: 1º) Supongo que todos somos iguales; 2º) Necesito a alguien con quien hablar sobre lo que me angustia; 3º) Supongo que todos necesitamos eso; 4º) Me esfuerzo por ofrecer la escucha de lo que a otros angustia; 5º) Como no es mi especialidad (dado que esa es justamente mi carencia), en las primeras de cambio estoy inundando al otro con mis preocupaciones; 6º) Me percato del error y me reprimo, por lo cual dejo de comunicarme y el vínculo se rompe.

En suma: en un esfuerzo sobrehumano, alentados por la omnipotencia y por la creencia de que todos somos iguales, queremos entregar lo que no tenemos (y que necesitamos) a quien le pedimos eso que necesitamos. ¡Un error garrafal!

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21 comentarios:

Anónimo dijo...

Es verdad lo que dice. Todos nos ponemos como modelo de lo que es ser una persona, y después vienen las sorpresas.

Anónimo dijo...

¡¡¡Cómo???? Que queremos entregar lo que no tenemos??? Qué es eso?

Anónimo dijo...

Entonces alguien puede querer hacerse puto para conquistar una mujer porque como yo quiero una mujer supongo que ella también quiere una mujer y lo que me pide entonces es un puto.

No puede ser. Algo no cierra.

Anónimo dijo...

Por todos lados la prédica es que Somo Iguales. Y la verdad es que apenas somos parecidos y a veces ni eso. ¿Verdad?

Anónimo dijo...

Lo que me cuesta es entender que a los demás no les molesta lo mismo que a mí.

Anónimo dijo...

Estoy convaleciente de esa enfermedad del "querer es poder". Tengo que cuidarme de las recaidas porque la epidemia es más que fuerte.

Anónimo dijo...

El popular dicho puede referirse también a NO HAGAS DAÑO A LOS DEMÁS SERES NORMALES.

Anónimo dijo...

Algunas personas suponen que a toda la gente le gusta que la traten con una falsa dulzura, con unos modales impecables, que les hablen sin subir la voz y parezcan preocuparse seriamente por lo que a uno le preocupa.
Que sepan esas personas, que habemos algunas otras, a las que no nos gusta que nos quieran transmitir sentimientos que no tienen, modales que son formalidades huecas, que nunca demuestren cuando se calientan y que la preocuapación falsa, no sólo no nos gusta, sino que nos enfurece.

Anónimo dijo...

Ya no hablaré más con mis amigos de lo que me angustia. Como no sé a quienes les cabe y a quienes no, mejor cortar por lo sano. Quizás suponer que la amistad implica acompañar en las buenas y en las malas, sea una utopía.

Anónimo dijo...

Cuando quiero a alguien, necesito darle una mano en las inundaciones. En las inundaciones de preocupaciones, de angustia, o del río Yi. ¡Qué le voy a hacer! Cada loco con su tema.
Y si algún amigo me lee, que le quede claro: tengo buena oreja.

Anónimo dijo...

Mi marido necesita ser polígamo y yo soy mujer de un sólo hombre. Él necesita mi fidelidad excluyente y yo necesito la suya, que es múltiple.

Anónimo dijo...

Hace poco me di cuenta que la comprensión que yo intentaba ofrecer, era interpretada por otros como fallutería.

Anónimo dijo...

Yo creía que todo el mundo tenía pito.

Anónimo dijo...

¿Y será por eso que me gusta usar el consolador con el Tito?

Anónimo dijo...

Si usted aclara más, a mí se me oscurece.

Anónimo dijo...

¿Qué tiene que ver con el texto, que la chica esté en una encrucijada?

Anónimo dijo...

¡Ya entendí! A él le tengo que ofrecer el agujerito que no tiene.

Anónimo dijo...

Pero en la mayoría de los casos funciona el no hacerle al otro lo que uno no quiere que le hagan.

Anónimo dijo...

Aníbal querido, lo que plantea el licenciado es justo al revés.

Anónimo dijo...

Por eso es que los hombres nunca regalan flores.

Anónimo dijo...

Si cuando dejamos de comunicarnos los vínculos se rompen ¡aprovechemos la era de las comunicaciones!
PSICÓLOGOS, REVISEN EL CORREO !!