
Cuando los varones se exponen a ser embestidos por un toro, exhiben su deseo femenino de ser violentamente penetrados.
Difícilmente se encuentren por ahí
descripciones entendibles de qué siente una mujer cuando goza en el acto
heterosexual.
Sin embargo, el psicoanálisis parecer ser una
herramienta válida para entender qué dice una mujer cuando no habla o qué dice
alguien sin darse cuenta, porque parecería ser verdadero aquello de que las
personas no hablamos sino que somos habladas.
En otras palabras, el psicoanálisis parece
tener la técnica para entender el discurso entre líneas, lo no dicho pero
sugerido hasta en la conversación más trivial, ingenua, anodina.
No me canso de repetir que las
interpretaciones psicoanalíticas parecen correctas pero solo a veces lo son. En
muchos casos hasta la interpretación más inteligente y mejor apegada a los
libros sagrados del psicoanálisis, puede ser un reverendo disparate ... como el
que habré de comentarles a continuación.
Los varones somos un poco mujeres así como
ellas son bastante viriles. Por motivos culturales, nunca aceptamos nuestros
rasgos homosexuales o bisexuales, pero están.
Como el deseo es ingobernable pero puede
reprimirse y, sobre todo, disimularse, muchas de nuestras acciones más extrañas
no son otra cosa que cumplimientos de deseos rigurosamente disimulados.
Este artículo incluye un link (1) donde podemos ver una fiesta taurina en
la que muchos varones se exponen al riesgo de ser furiosamente investidos por
un toro enardecido, al que le redondearon las puntas de las astas y al que
mantienen atado con una cuerda.
Según pueden entenderse interpretando los
discursos femeninos, a ellas les gusta ser embestidas sexualmente por un varón
poderoso, que las hagan sentir poco menos que un objeto poseído por quien las
merezca.
En esta fiesta taurina (1) encontramos cómo
algunos varones exhiben su deseo femenino de ser violentamente penetrados.
(Este es el
Artículo Nº 1.684)
●●●
12 comentarios:
Aclaremos: a las mujeres a veces nos gusta ser poseídas con cierta violenta pasión, pero también muchas otras veces nos gusta el sexo suave, líquido, lleno de roces e insinuaciones, de deseos contenidas... que llegado determinado momento se desatan.
Me da la sensación de que está en lo cierto en cuanto a las fiestas taurinas. Cuando hay una extravagante excibición de virilidad, yo siempre desconfío.
El varón necesita mostrar su arrojo para alimentarlo. Lo necesita porque deberá usarlo para proteger a las mujeres y a los pequeños. En las fiestas taurinas veo una reafirmación de la masculinidad.
Yo prefiero las San Fermín a la tauromaquia. Por lo menos en estos eventos el juego es más limpio.
Las mujeres se exponen al riesgo cuando van a parir. Los hombres buscan otras situaciones de exponerse al riesgo. En estas corridas, si bien lo que pueda suceder es imprevisible, hay planificación y hasta cierto punto están controladas. Exponiéndose a estos desafíos, los varones se sentirán más seguros cuando deban enfrentar riesgos imprevistos.
Antes que nada la Fiesta de San Fermín es una fiesta. Participan jóvenes de ambos sexos, toman mucho alcohol, se drogan, se quitan ataduras. Es una celebración del descontrol, un día de descontrol en 364 de respeto a las formas sociales. Ese sólo día se festeja la liberación de la cárcel cultural, aún arriesgando la vida. Da la impresión de que es necesario, así como es necesario el descanso del fin de semana.
Estoy en un todo de acuerdo en que las mujeres tenemos nuestra parte viril y los hombres su parte femenina. En definitiva: todos somos bisexuales, sólo que unos ejercen y otros no. Esa es una cuestión cultural.
Tocar al toro, así como se muestra en la foto, es como tocar metafóricamente el poder.
Pocas veces encontramos pensadores que adviertan al receptor de esta manera: miren que quizás todo esto es un disparate.
Estos artículos, y Fernando en particular, nos están invitando a pensar y a discrepar con la más absoluta libertad. Yo valoro esa postura.
Somos hablados. Si dudan pregúntenle a Chirolita.
Más allá del chiste, Rulo, sí somos hablados. Por supuesto que lo afirmo porque lo creo desde una postura teórica. Repito: teórica, lo cual significa que perfectamente quienes defendemos esta postura, podemos estar equivocándonos de cabo a rabo.
Nos gusta ser poseídas por quien nos merezca. Subrayo las últimas 4 palabras. Yo también creo que en última instancia, las que elegimos somos nosotras.
Publicar un comentario