miércoles, 16 de marzo de 2011

Los adolescentes al poder

Los cataclismos devastadores revitalizan a los pueblos que aman la vida y exterminan a los que carecen de esta fortaleza. Se parecen a la adolescencia, que tanto prepara adultos creativos como conservadores.

Para muchas personas es grato pensar, hablar y hasta participar activamente en algún tipo de revolución.

Nuestra evolución personal incluye esa idea necesariamente.

Cuando somos pequeños, necesitamos idolatrar a nuestros padres porque no imaginamos otra vida que no sea bajo su protección, abastecimiento y liderazgo.

Al despertar sexual que se produce en la adolescencia (aproximadamente a los 12 años de edad), ellos sienten una energía desbordante y comienzan a fastidiarse de la supervisión de los adultos, sienten que el rol de niños les queda muy chico y desean romperlo como hacen los polluelos con la cáscara del huevo que los contuvo en la etapa embrionaria.

Obsérvese que esa ambición revolucionaria, rupturista, rebelde, es tanto física como mental, aunque si pudiéramos concebir que no existe tal división entre cuerpo y psiquis, entonces alcanzaría con que sólo dijéramos que a partir del desarrollo sexual, los jóvenes comienzan una etapa de propuestas y acciones tendientes a terminar su etapa infantil.

También cabe recordar que ellos no son artífices de esa nueva actitud, sino que simplemente es la naturaleza de sus cuerpos la que produjo un cambio hormonal previsible en nuestra especie.

Cuando en un hogar aparece este personaje revolucionario, las cosas empiezan a cambiar.

Aquel niño ingenuo, desconocedor y bastante obediente, se transforma en un ser prepotente, discutidor y con una sabiduría autoproclamada que suele irritar a los adultos que monopolizaban estos rasgos de poder.

Aunque el fenómeno surge con un cierto gradualismo, su perfil demoledor puede evocar un tsunami en pequeña escala.

Los tsunamis, revoluciones y adolescencias son molestos, duelen, mortifican, pero son imprescindibles, inevitables y —a la postre— beneficiosos.

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12 comentarios:

Alicia dijo...

Es cierto, la adolescencia es un cataclismo devastador que termina con la identidad infantil y con los padres de la infancia.

Horacio dijo...

Si bien lo que dice Alicia es cierto, hay una diferencia fundamental entre los abruptos cambios de la adolescencia y los cambios provocados por una guerra o un desastre natural. En la adolescencia finaliza una etapa, pero esa etapa no se destruye.

Manuela dijo...

Entiendo lo que plantea Horacio pero me pregunto hasta que punto una guerra o un cataclismo pueden destruir una ciudad, un territorio. Se pueden destruir vidas, edificios, campos cultivados, pero es muy difícil destruir una cultura. Creo que siempre subsisten aspectos de una cultura aunque sus poseedores hayan sido exterminados.

el oriental dijo...

Me pregunto qué es lo que subsiste de la cultura charrúa. La garra? Vamos...

Gabriela dijo...

En Uruguay el Movimiento Tupamaro tenía una frase muy conocida que era "cuanto peor mejor". Se referían a que el encrudecimiento de las malas condiciones de vida de las clases menos favorecidas, daría mayores motivos a su levantamiento.
Luego la realidad demostró que no era tan así. Que el miedo y el desconocimiento son monstruos difíciles de vencer. Que los ideales de unos pocos no se contagian con la misma facilidad que un virus. Que es más fácil acostumbrarse a pasarla mal que arriesgarse a pelear por estar mejor.

Laura dijo...

Cuando mi hija cumplió 17, inundó la casa de amigas y amigos de una raza distinta a la mía y a la de mis semejantes.

la gordis dijo...

No sé... el postre es lo más rico de la comida pero nunca es beneficioso.

Roque dijo...

Hoy en día los chicos de doce años no son ningunos polluelos.

Canducha dijo...

Los adolescentes de mi época no eran prepotentes.

Mirna dijo...

Cuál era tu época Canducha? La de tu adolescencia?

Canducha dijo...

Mirna sabe bien a lo que me refiero. Está bien, no hablaré de mi época, diré que hace 30 años las cosas eran distintas. Había respeto. Estamos en decadencia. Cuáles son los valores de ahora?

Susana dijo...

No quiero revitalizarme con cataclismos, prefiero usar cremas.