— ¡En esta familia no hay amor! No queremos ni mirarnos porque parecería ser que el que mira a otro le está dando a entender que se merece ser mirado y eso en esta familia no corresponde y nadie quiere dar el brazo a torcer. Saludar parece que es de cobardes. ¿Para qué un «buen día», un «hasta mañana»? Somos tan arrogantes que nadie se quiere ni a sí mismo. Lo único que nos intercambiamos con abundancia es desprecio. El favor que nos hacemos es vivir bajo un mismo techo y a veces, sólo a veces, compartir también la mesa porque se ve que justo coincidieron las ganas de comer de cada uno, pero jamás las ganas de juntarnos. Todos nosotros tenemos mal olor, no queremos ni acercarnos. ¿Saben cuánto hace que no nos tocamos ni para pedirle al otro que nos deje pasar? Tengo la seguridad de que hace tanto tiempo que no nos miramos a los ojos, que alguno se habrá cruzado con el otro en la calle y no lo reconoció. ¿Qué nos ha pasado en esta familia? No tiene sentido seguir creyendo que un drogadicto sea el responsable. Él hace meses que está internado y acá nada ha cambiado. Tampoco tiene sentido echarle la culpa a la llegada de un hijo natural no deseado. Ella ya se fue a vivir con la tía y acá nada ha cambiado. Estamos enfermos de orgullo. Nuestros fracasos personales nos han hecho coincidir en una sola cosa: todos nos creímos que la única forma de disimular lo poco que valemos es haciendo todo lo contrario, y ya vemos: ¡Esa no es la solución! Agrava más el problema. ¿Cuándo podemos empezar a mirarnos, a saludarnos, a dialogar? No pido caricias, ni besos, ni abrazos. ¡Sólo mirarnos!
— Bueno, mamá, tenés razón, pero ya tomaste mucho.
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11 comentarios:
Muy bueno. Las catástrofes en familia.
Pensar que se me condena por tener plantitas de marihuana, y el desprecio sigue tan impune...
Tienen mal olor de verdad o es una metáfora?
Dado como están las cosas es una suerte que no se toquen.
Para qué quiere que la miren?!
Ta clavado que la van a mirar con desprecio!
El cerebro tiene que acostumbrarse a lo que le dicen los ojos. Y parece que a veces el cerebro no termina de acostumbrarse a ciertas cosas. Le digo porque ayer iba caminando por la principal avenida y con quién me cruzo, eh? Ni más ni menos que con el chulo, el tipo más despreciable que usted se pueda imaginar. Y no lo conocí, eh! No lo conocí. Porque recién después lo pensé y me dije a mi mismo "es el chulo Fernández". Porque si me daba cuenta antes no estaba escribiendo esto y ahora estaba en la comisaría, estaba. Y para qué le cuento todo esto no sé. Pero cuando habló de desprecio se me vino toda la historia con el chulo. Y haberlo visto ayer! y no lo maté, compadre. No lo maté.
Por suerte mi soledad está llena de presencias queridas.
El bicho que más te busca la mirada es el perro.
En casa partimos la mesa en cuatro porque quedaban mejor los mantelitos individuales.
Vivir en esas condiciones bajo un mismo techo no tiene sentido. Preferible sería que cada cual tuviera su techito, aunque fuese una sombrilla.
El colmo del arrogante es ese que ud dice. No se quiere ni a si mismo. Porque en el fondo es arrogante porque siente que no vale una mierda. Y por eso mismo es que no se quiere. Entonces para sobrellevarla anda posándolas de superior y superado. Pecha a todo el mundo y se burla del que intenta ser un poco mejor.
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