Cuando yo tenía doce años, mis padres se mudaron a un apartamento nuevo en un barrio donde habían otros jovencitos de mi edad.
La mayor diversión la encontrábamos en un terreno donde practicábamos fútbol mientras hubiera luz para ver la pelota.
Los días lluviosos y fríos nos reuníamos en un garaje a jugar naipes o a mirar revistas pornográficas que nos prestaba morbosamente un solterón probablemente gay.
Esa vivienda fue la mejor en cuanto a estímulos fuertes, aunque me ocurrió algo cuyo recuerdo no sé aún cómo calificar.
Habían llegados al barrio dos hermanos mayores que nosotros, que hablaban con un acento de alguna ciudad fronteriza.
Cierta tarde de domingo me acerqué a ellos buscando ideas para divertirnos.
Inesperadamente, uno me tomó por la espalda mientras el otro se dedicó a pegarme en las piernas con una vara.
No demoré en gritar, pedir auxilio, llorando de furia y dolor.
Una vecina se asomó a la puerta, les gritó y los sádicos huyeron.
Volví a mi casa en un estado de ánimo terrible, con fantasías vengativas de altísimo voltaje.
Mis padres se alarmaron y luego de escucharme, mi padre salió furioso en busca de los forajidos.
Mi madre trataba de serenar mi agitación acariciándome el cabello y moderando diplomáticamente las frenéticas manifestaciones de odio que yo profería con la ilusión de que se estuvieran cumpliendo mientras las decía.
Ya casi anochecía y por fin volvió mi padre, despeinado, con la ropa desarreglada, fatigado.
Contó que finalmente los había encontrado, que por suerte el padre de los malvados entendió lo ocurrido, que los golpeó con una vara, provocándoles llanto y desgarradores gritos de arrepentimiento.
Mi felicidad fue enorme, sentí que había sido vengado, pensé cosas maravillosas de mis padres aunque no hace mucho mi analista festejó, como al pasar, la creatividad de mi padre para inventar tan delicioso desenlace.
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10 comentarios:
Hace poco vi una película sobre la venganza que se llama "5 minutos de gloria", la recomiendo, está muy buena.
Nadie grita de arrepentimiento; salvo que esté recontra-arrepentido o que quiera convencer a alguien.
Por como venía el cuento pensé que se venía un abuso sexual, pero fueron nada mas unos golpecitos.
Vaya una a saber qué hizo el padre en todo ese tiempo, para volver tan despeinado.
Siempre esa denostación del forastero.
Cerca de mi pueblo hay una ciudad fronteriza donde se habla sólo con palabras acentuadas en la última sílaba. Por culpa de eso ellos viven en el pasado.
Usted conoció aquí lo mal que lo trató el señor que le vendió el camión. Usted nos guardó rencor.
A cagar señor!
Tomás es del pueblo del pasado?
Y yo que creía que quienes vivían en el pasado eran nostalgiosos e impotentes...
Hace dos mil años Jesús propuso que nos pusiéramos por encima de la venganza. Pero en realidad pasó poco tiempo como para lograr un cambio de tal magnitud.
Su analista no será uno de los chicos castigadores, irreconocibles después de haber crecido?
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