miércoles, 23 de marzo de 2011

El cuerpo imaginario

Nuestro inconsciente sigue pensando que estamos compuestos por algo más que nuestro cuerpo anatómico (cabeza, tronco, extremidades). Cuando anteponemos el pronombre «mi» (casa, cónyuge, papá), hablamos de cosas in-cuerpo-radas.

Un psicótico (loco) es alguien ineficiente (débil, incapaz) para encarcelar adecuadamente su inconsciente.

Aunque sea lamentable, la vida del psicótico es imposible sin ayuda.

Es una lástima que así sea porque la salud mental concebida como el control casi total del inconsciente, tiene los enormes costos de privarnos de la creatividad, de alejarnos de nuestros instintos que tanto nos humanizarían, de gastar mucha energía en evitar que se escape, a pesar de lo cual, siempre ocurre alguna fuga (sueños, lapsus, actos impulsivos).

Esta cárcel de alta seguridad, que mantiene bajo custodia todo lo que fue condenado por nuestra cultura (deseos prohibidos, gustos aberrantes, instintos) o por nuestra propia conveniencia (recuerdos dolorosos, miedos, autocensura), esta cárcel conserva aquella primera percepción de la realidad, según la cual formábamos parte de un todo indivisible, integrado, fusionado (yo-mamá-papá-mi hermano-la casa-el oso de peluche-la luna) (1).

En esa locura propia del inconsciente, está la sensación de que nuestro cuerpo está compuesto por lo anatómico, más una cantidad de otras cosas externas que inconscientemente seguimos sintiendo como propias... tal como la sentíamos en aquella primera etapa de fusión.

Dicho de otra forma, la madurez intelectual nos permite discriminar, individualizar, reconocer que yo y mamá (y demás personas u objetos) estamos separados... pero hasta por ahí no más (no totalmente).

El deseo de apoderamiento, la furiosa defensa del derecho de la propiedad privada, los celos descontrolados por todo lo que creemos propio (cónyuge, hijos, amigos), esa desesperación que nos ataca cuando nos roban, cuando nuestro cónyuge se cree libre, cuando el gobierno nos cobra impuestos, ocurre porque en nuestro inconsciente nos sentimos amputados, desmembrados, mutilados, cercenados, lisiados.

(1) El universo de una sola pieza

●●●

11 comentarios:

Marcel dijo...

Es difícil, porque es bueno incorporar ya que nos enriquece. En muchas ocasiones es necesario y positivo adueñarse, sentir como propio, es decir libidinizar, bañar de afecto, eso que forma parte de nuestra vida. Es bueno involucrarse. El tema es hasta donde. Ahí muchas veces la pifiamos.

Hugo dijo...

La desesperación que le viene a mi hijo cuando le sacan un juguete, es parecida a la que me viene a mí cuando me usan la lapicera Parker.

Cacho dijo...

Cuando me insultan a la vieja, no respondo de mí.

Yoel dijo...

Me dijeron que con tantas cosas in-cuerporadas no puedo viajar.

Carmen dijo...

Para separar está el padre, que viene con una tijera y recorta por el borde el cuerpecito del niño, que sale del océano y comienza a flotar en la superficie.

Amanda dijo...

Por suerte el instinto ya viene con límites: el cansancio y la satisfacción. Nuestro cuerpo tiene límites que lo atan a la tierra. Somos ese cuerpo, y sin embargo el contorno puede estallarse. Es que ese contorno sólo es una referencia para la corta capacidad de nuestros sentidos.

Tiago dijo...

Si abro las puertas de la cárcel, se viene un tsunami...

Laura dijo...

A veces las mujeres deseamos un hijo porque sentimos que no tenemos nada. Lamentablemente esa no es una buena motivación para ser madre.

Joe Black dijo...

Oculto información porque mi realidad consciente es tan peligrosa como mi inconsciente.

Anónimo dijo...

Robo porque los demás se apoderaron de cosas que a mí me pertenecen.

Martín dijo...

Quieren que madure y que no discrimine. La verdad, no los entiendo.