lunes, 1 de junio de 2009

Su majestad el profesor

Si usted tuviera que confeccionar un programa de estudios para que otras personas aprendan lo que usted sabe, ¿cómo lo organizaría?

Yo supongo que usted haría lo siguiente:

1º) Informaría lo más sencillo, lo que la otra persona podría entender con cierta facilidad, los temas que estén más próximos a su vida cotidiana.

2º) Una vez que usted se asegurara de que esos primeros conceptos fueron entendidos, pasaría a los que le siguen en dificultad y así, progresivamente, hasta los más complejos, los difíciles de entender, aquella parte de su sabiduría que la saben usted y pocas personas más.

Esta secuencia estaría organizada con criterio pedagógico, didáctico. Usted lo haría así porque su principal interés es que los alumnos sepan, entiendan y puedan usar la sabiduría que usted tiene.

Ahora imagínese una persona cuyo principal interés no es que otros disfruten de la sabiduría que posee sino que lo admiren, que piensen que es un ser superior, que lo aplaudan, que hablen bien de él. ¿Usaría el mismo método?

No: Iría directamente a explicar lo más complicado, lo que los alumnos seguramente no podrían entender, abundaría en detalles extraños, complejos, minuciosos, llamativos, misteriosos, sorprendentes.

Conclusión: Este artículo pretende describir a los docentes que quieren que usted aprenda y a los que se disfrazan de docentes para encontrar admiradores y que harán todo lo posible para que los demás jamás sepan nada de lo que ellos saben porque necesita conservar la superioridad que cree tener.

●●●

19 comentarios:

Moncho dijo...

Si tuviera que enseñar todo lo que sé, reuniría a todos los interesados en una cabina telefónica entre las horas 15:05 y 15:06. jaja

Mercedes Castaña dijo...

Conozco a varios hijoputas de esos. Algún día se morirán.

Claudina Better dijo...

Y pensar que las alumnas nos meamos con los profesores así!

Camelia dijo...

Totalmente de acuerdo con ud. El problema es que yo soy muy cholula y a los que curten la onda de la sencillez también me los trago.

Magalí Delpréstito dijo...

Mi sueño sería dar una clase de matemáticas en una playa como la de la foto, en un día gris, con esos cerros al fondo, y llenar un kilómetro con fórmulas misteriosas.

CHECHU dijo...

NO SON CERROS. SON PUNTAS ROCOSAS, IMBÉCIL.

Magalí dijo...

Chechu es una intolerante! ¿Por qué no visita blogs más adecuados a ella?

Ernesto Rodríguez dijo...

Todos los profes tenemos un poco de sed idolátrica, pero como ud muy bien dice, no es ese nuestro interés principal; quiero decir que la mayoría no somos así. Muchos de nosotros nos convertimos en docentes justamente para reparar todo lo que nos hicieron sufrir tipos así.

César Sabio dijo...

Si fuese profesor lo primero que enseñaría es a pensar.

Braulio Pereyra dijo...

Las pocas cosas que sé yo y unos pocos más...son tan vergonzosas que no se pueden enseñar.

William Raffo dijo...

¡AUXILIO! ¡FUEGO! (soy un narciso disfrazado de docente, acosado por 15 colegialas) ¡Qué sueño, por dios!

Escéptico Cañaso dijo...

¿A quién le puede interesar que otros disfruten de su sabiduría?

Lorenzo dijo...

Si fuera profe, lo primero que enseñaría sería aprender a aprender.
Es la principal habilidad que necesitamos todos.

Mariela dijo...

La sabiduría no se enseña, se adquiere con trabajo, inteligencia, voluntad, perseverancia.

Patrick von Marcus dijo...

Cuando Alemania perdió la guerra, muchos ex-agentes de la Gestapo, trabajaron como profesores de matemáticas. Ellos fueron los creadores de la didáctica que hoy conocemos.

Gloria Goñi dijo...

Es cierto que existen estos y estas imbéciles, pero ¿quién dice que los centros de enseñanza están para trasmitir conocimientos y técnicas? Están para meter disciplina e ideología.

Cristiana Piano dijo...

Mis padres aceptaron enviarme a un colegio donde la mensualidad es de las más altas pensando que me libraría de los profesores sádicos.

Para nada: son peores.

Anónimo dijo...

Aprovechando que nadie me conoce puedo confesar que yo no le contaría a nadie los secretos de mi oficio.

Quedaré como un desagrable pero me han costado mucho aprenderlos y no se los voy a dar a alguien, salvo a un hijo.

Jonhatan Castelar dijo...

Es una vergüenza pero no pude terminar mi secundario por culpa de un maestro que se la agarró conmigo sin saber por qué. Quizá me deseaba el viejo y no le di gusto.