Las personas inteligentes (usted y yo, por ejemplo) tratamos de obtener lo mejor haciendo el menor esfuerzo posible.
Como somos seres humanos, estamos sujetos a dos condiciones básicas: necesitamos ser amados y a veces cometemos errores.
Para mejorar el rendimiento de nuestro gasto de energía y disminuir las posibilidades de equivocarnos, muchas personas se dedican a perfeccionar nuestros procedimientos.
Una de las conclusiones a las que he llegado (escuchando, leyendo y pensando) es la siguiente:
Comenzamos nuestra existencia amándonos y amando a quien nos calma nuestras molestias (hambre, frío, angustia): mamá.
A medida que nos desarrollamos y podemos ser autosuficientes, aquel amor incondicional pierde fuerza porque se nos exige una participación en la medida de nuestras posibilidades.
Es entonces cuando habría que adecuar nuestra forma de amar para que nos amen.
La forma que parece dar mejores resultados aunque no sea la más sencilla, es la siguiente:
1º) Me amo igual que antes gobernado por el instinto de conservación.
2º) Me conozco. Esto es lo difícil: solemos quedarnos en la creencia de que sabemos quiénes somos aunque en realidad tenemos una imagen muy embellecida y tolerante de nosotros mismos.
3º) Si logro conocerme, entonces ahí sí puedo conocer a los demás con un grado de acierto satisfactorio. Pero insisto: ¡no puedo conocer a los demás sin conocerme primero a mi mismo!
4º) Cumpliendo realmente los puntos anteriores, no podré dejar de amar a los demás. Los querré inevitablemente. Pero insisto: tengo que saber la verdad de mi mismo.
Como ven: amar no es tan fácil. Lo fácil es creer que amamos y más fácil aún es estar enamorados del amor.
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12 comentarios:
Nadie me conoce mejor que yo.
Creo con usted que conocer al otro es un camino casi seguro para poder tolerarlo y por que no tambien amarlo.
No me siento incluída en el grupo de las inteligentes, aunque me gusta hacer "como sí"
Cuando me aman yo me amo más porque me siento valorada.
NO NECESITO NADA
Mis amigos dicen que siempre me tiro abajo, que valgo más de lo que yo creo.
Ahora estoy ocupada en conocer a la gente del barrio ¡déjese de jorobar! que con mirarse al espejo de tanto en tanto, alcanza para saber quien es una.
Es verdad que para entender las auténticas motivaciones de los otros, sus anhelos y sus miedos, hay que empezar por tomar conciencia de uno mismo; porque en lo esencial somos todos muy parecidos.
El día que entendía de verdad quién era, me odié y odié al mundo entero.
Todos los humanos tenemos algo de heroico porque somos muy vulnerables. Comprendiendo eso, surge la mirada tierna hacia el semejante.
Todo gran amor tiene un poquito de incondicional.
La verdad de mí mismo? ¡Con mucho hielo, por favor!
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