martes, 23 de junio de 2009

El perro chocó el auto

Varias veces he cuestionado la eficacia de nuestros sentidos, de nuestra capacidad perceptiva y hasta de nuestra inteligencia.

Esta postura sólo intenta relativizar la validez de nuestras ideas del mismo modo que cuando nos subimos a una escalera, calculamos intuitivamente si su fortaleza es suficiente para aguantar nuestro peso, o cuando evaluamos las condiciones mecánicas de un vehículo para saber si podremos frenarlo a tiempo, si podremos dar una curva sin que vuelque o cargarlo de pasajeros sin que se rompa.

Una particularidad muy interesante de nuestra psiquis consiste en que muchas reacciones son estratégicamente desacertadas.

El ejemplo clásico tiene que ver con la respuesta defensiva ante un ataque. Si nuestro jefe nos humilla, la reacción acertada sería reivindicar nuestro derecho a ser respetados e imponerle que rectifique su actitud avasallante.

Puesto que quizá no sepamos cómo enfrentarnos a alguien más fuerte, esa reacción defensiva es desplazada a otra persona que sea lo suficientemente débil como para que no pueda defenderse de nuestro ataque. Para justificar esta agresión inventaremos alguna causa.

Nuestro idioma ya creó el nombre de esta víctima inocente: «Chivo expiatorio».

El invento de esa justificación consistirá en agravar artificialmente alguna causa insignificante. Por ejemplo, el empleado humillado que no puede atacar al jefe despótico, destrata ferozmente al familiar que le sirve la comida demasiado caliente.

El agravamiento artificial de alguna causa para poder resolver alguna angustia (en el caso mencionado, la humillación) funciona muchas veces y nos lleva a tomar determinaciones, no solo injustas sino directamente equivocadas, ineficientes y generadoras de nuevos problemas.

Sólo le comento un ejemplo: Alguien muy preocupado por el temor a enfermarse puede convertir su casa en una fortaleza porque dice temerle a los ladrones. En este caso lo ladrones serían los «chivos expiatorios».

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13 comentarios:

dandy punk dijo...

buen post. bueno, en general buenos posts. estuve leyendo, pensando y riendo un poco con tus textos.
saludos

Etelvina dijo...

Ya me acostumbre a que mi marido se desahogue conmigo. Si no se lo permitiera se enfermaría y sería más problemático para mí.

el ingeniero naval del Titanic dijo...

Cuando evalué sus condiciones mecánicas estaba todo OK.

Marita Cenegal dijo...

Estoy cansada de repetirle a mi marido que faltar a lo de mamá los domingos no es una buena estrategia.

Néstor Taura dijo...

Si nuestro jefe nos humilla JUSTAMENTE LA REACCIÓN ACERTADA ES QUEDARSE EN EL MOLDE.

Candela Cabraas dijo...

Tomen conciencia de que la mayoría somos chivos: viejos, mujeres y niños.

Espartaco dijo...

Estamos en invierno. Demasiado caliente no existe. Atacaré ferozmente las heladerías.

Marta dijo...

Candela tiene toda la razón del mundo, y a eso agréguele los ladrones, que también son chivos!

Dr. Pelayo dijo...

¡estamos en año electoral; lo que más abunda son las causas agravadas artificialmente!

Lactal S.A. dijo...

En lugar de convertir tu casa en una fortaleza, tomá yogurt "implacable" y redoblá tus defensas.

Marianella Wolf dijo...

¿Saben de dónde sale el término "chivo expiatorio"? Por las dudas les cuento lo que consignó la Confederación Hispana de Escribanos:
Dado que a lo largo de varias décadas hemos cantado instruyendo a la chivita para que saliera de ahí. Considerando que la chivita es porfiada y permanece en ese lugar. Resolvemos convertirla en chiva expiatoria por los siglos de los siglos y hasta que de allí se aparte.

el gran consejero dijo...

Si quereis tener una buena carrera boxeística debeis pelear sólo con chivos expiatorios.

Psic. Gonzalo Toja dijo...

El desplazamiento también es una de las formas por las que aquello que soñamos se distorsiona. Por ejemplo golpeamos a alguien (en el sueño) con un inofensivo lápiz cuando en realidad nuestro deseo es clavar una espada.