domingo, 31 de mayo de 2009

Castradas son más fieles

El quebranto de salud del doctor Giacomo Tinelli generó conmoción entre sus colegas y las pacientes cuyo bienestar dependía de su sabiduría.

Sin embargo la mayor preocupación se instaló entre sus seis colaboradores inmediatos quienes temieron lo peor.

Desde que él formó este equipo en 1916, el progreso económico no se hizo esperar. Tinelli generaba devoción entre sus pacientes y los seis médicos que trabajaban con él vieron llenarse sus consultorios de la noche a la mañana con las derivaciones que don Giacomo les hacía.

Las pacientes lo obedecían con sumisión perruna y eran agentes publicitarias poseídas de una devoción casi mística.

Tan es así que dos de sus socios habían empezado a formar su propio equipo para derivar a su vez a las pacientes que no podían atender.

Las derivaciones tenían su precio. La cuenta del médico jefe se engrosaba semana a semana con los pagos que hacían los socios.

Se comentaba que su fortuna era enorme y que fue generada en su totalidad por la extraña dependencia que tenían las pacientes.

Cuando los socios se reunían con sus esposas, lo hacían de forma clandestina porque don Giacomo se las había prohibido. Sin embargo, existía una gran preocupación porque si algún día él faltara, rápidamente verían caer sus ingresos a los niveles que tuvieran antes de integrarse a la afortunada élite.

El Jefe guardaba celosamente la fórmula que mantenía a las pacientes en ese estado de sumisión tan beneficiosa económicamente.

Un día recibieron un electrizante mensaje telefónico de la asistente del Jefe. Estaban siendo convocados urgentemente a la sala de tratamientos intensivos donde se encontraba desde hacía casi una semana.

En un gesto de bondad y ternura sólo comprensible en un doctor Tinelli moribundo, confirmó que se encontraran los seis en torno a su cama y les contó que la técnica que había descubierto a principio de siglo consistía en provocar en las consultantes bocio para justificar una extirpación parcial de la tiroides y/o nacimientos por cesárea y/o extirpación del útero.

Esa fue la fórmula que comenzaron a aplicar los seis médicos y que seguramente legaron o vendieron a futuras generaciones, con el mismo nivel de discreción y rentabilidad.

Seguramente usted conoce alguna mujer que ha sido alcanzada por esta estrategia médico-comercial.

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10 comentarios:

Mauricio Borggio dijo...

qué casualidad, conozco dos. Lo que no sé es si esto sale de su imaginación o es una información verdadera.

Azucena Bonfiglio dijo...

Un buen crítico diría que esto es una paranoia literaria. Lo peor es que yo tb conozco a una paciente del extinto Dr. Tinelli (será el abuelo de Marcelo?).

Wenceslao Durcan dijo...

Cada vez que uno dice esto alguien le dice que tiene malos pensamientos, pero la postura de la paciente en esa camilla ginecológica es erótica.
No puedo aceptar que esté interpretando mal.
Además, por algo ellas se ponen tan nerviosas cuando van a la consulta.
Los ginecólogos juran que se ponen nerviosas por un probable diagnóstico desfavorable, pero la posición es la misma que tienen cuando van a tener sexo de la forma más elemental y clásica.
Disculpen mujeres: es con todo respeto que pienso y digo esto.

Mª Julia Muniz dijo...

El fenómeno de mafia médica que ud describe existe pero es minoritario. Está bien que nos alerte licenciado, aunque el tono de su relato es un tanto alarmante.

Mª Eugenia dijo...

¿Cómo es eso de que las derivaciones tenían su precio? ¿Les cobraba? ¡No lo puedo creer!...¿Cómo les cobraba?

Alicia Turenne dijo...

No entiendo por qué Giacomo Tinelli prohibía a sus socios que se reunieran con sus mujeres ¿Se refiere a que no se podían reunir las 6 parejas porque G.T. temía que se filtrara el secreto? Eso no puede ser, porque hasta último momento sus socios no conocían las tretas del maestro.

Dr. Camelio Villagrán dijo...

Respondiendo a las cesudas interrogantes de Alicia (y con el permiso del licenciado), les comento que los socios no se conocían entre sí en forma personal. Todos sus contactos los establecían de manera virtual. Esta fue otra de las precauciones que tuvo G.T. ya que había sucumbido a la tentación de operar a sus 6 mujeres. La verdad es que tuvo suerte, porque los socios nunca llegaron a comentar el incidente en sus frecuentes chateos.

Anónimo dijo...

Fui víctima de G.T. Nunca antes me había animado a hablar porque Giacomo me había amenazado con la posibilidad de dejar de controlar mi nivel de TSH en sangre. Y yo sólo confío en la gente de su laboratorio.
He juntado coraje porque quiero que mi testimonio ayude a otras mujeres. Hay algo que ni siquiera el licenciado sabe, y es que el Doctor maneja con gran habilidad las técnicas hipnóticas. No sólo fui operada 3 veces innecesariamente, sino que también tuve que brindar a Don Giácomo(bajo estado hipnótico)servicios de los que me siento profundamente avergonzada, y de los que nunca me habría enterado de no haber revisado las grabaciones de su cámara.
Ahora el Doctor ya está muerto, pero siguen vivos sus 6 secuaces. En un último acto de valentía daré sus nombres. Espero que todo esto sirva para algo.
Los médicos son: Romualdo Bísturi, Andrés Perrosmal, Ángelo Trucado, Orosmán Daganueva, Narciso Cortado y Daniel Ricachuello.

CHECHU dijo...

LAS PACIENTES DE TINELLI ERAN TODAS UNAS PERRAS

Maribel Cienfuegos dijo...

Esa mujer anónima que denuncia y no se anima a dar la cara, debería sentirse avergonzada por su falta de gratitud para con el Doctor Giácomo Tinelli.
Ella no menciona en ningún momento la belleza inigualable de sus dotes masculinas, así como la habilidad altamente artística con la que manejaba su poronguita de oro y su lengua de diamante (que nada tenía para envidiarle a la de Juana de Ibarbourou). Y coincido con Chechu, esta mujer es una perra, pero no por sumisa ¡es una perra desagradecida!