Tengo 28 años, hace dos que estoy casado con Mariana y nuestra pequeña hija tiene 5 meses de edad.Las cosas no andan bien con ella y cuando no puedo conciliar el sueño porque siento que mi corazón late muy acelerado, recuerdo lo que pensaba cuando tenía 7 u 8 años y me quedaba todo el día solo porque mi madre se iba durante muchas horas a trabajar.
Me sentía tan mal porque me aburría y me costaba entender que ella no prefiriera estar conmigo. Finalmente entendí por qué me pasaba todo eso. Recuerdo que un domingo por la tarde ella pacientemente me explicó que lo que ganaba papá no alcanzaba y que para que a mi no me faltara nada, ella tenía que tener un sueldo.
Entonces comprendí que yo era el culpable de lo que me pasaba: mi bienestar generaba gastos que ellos tenían que cubrir para lo cual tenían que ausentarse casi todo el día.
A pesar de que estas explicaciones fueron satisfactorias para mí, ahora Mariana me explica enojada que todo aquello era una mentira y que a ella le está pasando lo mismo que a mi madre.
Me dijo llorando que las mujeres no tienen por qué ser felices con la maternidad. Que seguramente a mi madre le pasaba lo mismo que a ella: quieren a su profesión y esta vida encerrada, con un niño que sólo pide y pide que lo atiendan a los gritos, no es la mejor, pero que la sociedad parece confabulada para insistir en que sí lo tiene que ser y que una mujer debe estar contenta con este destino.
Mariana es una mujer que tiene las ideas muy claras y creo en su buen criterio, pero entonces el que ahora está mal soy yo: Mi madre se iba porque tenerme a mí no fue un motivo de felicidad suficiente y ahora Mariana también quiere volver a su empleo y no porque necesitemos el dinero sino porque ella lo prefiere.
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15 comentarios:
Estoy bastante harta de cumplir con mi rol de mujer de su casa. Quiero ser una prostituta o algo menos, no me importa.
Cómo duele enterarse de que la vida nunca fue como la pinta Walt Disney!!!
Desde que las mujeres tuvieron que salir a trabajar porque las guerras, ya no quisieron volver nunca más a sus hogares.
Eso de trabajar gratis en la casa es un pésimo negocio.
Yo no soy machista y sin embargo estoy convencida que los genéros es mejor que tengamos los roles bien repartidos. Que cada uno sepa bien qué tiene que hacer él y qué tiene que hacer el otro.
Siempre hay buenas escusas para explicar lo que nos pasa. Es tan fácil no ser sincero y decir justo aquello que el otro necesita oir para que todo ande bien.
Cuando la mujer sale a trabajar obtiene una buena dosis de libertad porque se vuelve más difícil de controlar.
En mi país (Argentina) está lleno de monumentos a la madre, los tangos hablan con veneración de la madre, y las madres, bajo presión, hacemos lo mejor que podemos.
Un buen día mi madre fue a comprar azúcar y volvió 30 años después, documento en mano, para que le creyera que era ella. Me dijo que había tenido que irse para ser otra persona, porque frente a todos los que conocía, inculso frente a mí, ella había acumulado demasiadas derrotas.
La maternidad y las tareas del hogar son trabajo más que suficiente para la mujer. Lo que hemos hecho, es desvalorizar ese trabajo y hemos terminado de optar por una omnipotencia que nos destruye.
Vivimos con el gusanito de la desconformidad. Nunca hay motivos de felicidad suficientes, lo que parecía promesa de felicidad era un espejismo, cuando se llega al horizonte, siempre el horizonte es otro.
Engrupir diciendo "lo hago por vos" cuando en realidad lo hago por mí, es bastante común. A veces ni siquiera tomamos conciencia del engaño, es un autoengaño que aliviana las culpas.
Los hijos empiezan a entender que los padres son personas en la medida que se van independizando y teniendo sus propios intereses.
Mi familia es muy particular porque desde que tengo memoria mamá salió a trabajar y hacer horas extras y papá año por medio entraba en seguro de paro. Esos largos meses en seguro de paro de papá, eran para nosotros la gloria. Papá había descubierto que su verdadera vocación era ser amo de casa. Disfrutaba cocinando para nosotros, nos llevaba al parque y alquilaba películas que veíamos juntos. Cuando conseguía un nuevo trabajo, toda la familia se alegraba, hasta papá hacía de cuenta que se alegraba para quedar bien. Nosotros sin embargo sabíamos que para él era un fastidio y que iba a durar poco.
Marianita quiere volver porque me extraña.
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