domingo, 15 de febrero de 2009

La historia que usted escribió

La cámara toma un plano intermedio con una niña que corre detrás de un tren que se aleja aumentando su velocidad. La niña sigue corriendo cada vez más retrasada, hasta que finalmente deja de correr y se queda mirándolo. La cámara sigue en el mismo lugar.

En la escena siguiente se nos muestra a una joven mujer, de piel tostada, con un fino pañuelo de seda que cubre su cabellera y se anuda en la barbilla. Un primerísimo plano muestra una lágrima incipiente en un rostro imperturbable, con la mirada fija en algún punto ubicado en el paisaje exterior.

En la escena siguiente, vemos y oímos a un señor que discute acaloradamente en un idioma que podría ser árabe por la abundancia de sonidos con «j», gesticula furioso y dibuja sobre un cuaderno flechas repasadas varias veces, habiendo en un caso, rasgado el papel por la presión de su trazo.

Esa niña, de unos 10 años, vive en esa comarca por donde pasa el tren una vez por día y no puede suspender su juego de seguirlo cuidando de pisar siempre sobre los durmientes. Hace mucho tiempo que tiene esta práctica y la abuela está cansada de decirle que deje de hacerlo porque puede accidentarse.

Esa joven mujer tomó este tren en una estación lejana y se dirige a una gran ciudad porque concursará para ingresar en una escuela de baile muy famosa y exigente. Alguna mota de polvo irritó su conjuntiva ocular y eso le produjo la mencionada lágrima.

El supuesto árabe, es un turco que está muy enojado porque un cliente coterráneo suyo se niega a pagarle una mercadería que le compró hace tiempo, alegando que no poseía la calidad acordada, cosa que nuestro personaje niega categóricamente y está convencido de que está siendo objeto de una estafa.

Tengo que disculparme con usted porque quizá pensó en algún momento que estas tres personas en tres situaciones diferentes, tienen alguna vinculación.

Nos pasa a todos, nuestra cabeza tienen como una manía asociativa y arma relatos prácticamente de la nada. En este caso usted no acertó, pero ya le digo: nos pasa a todos.

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13 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo primero imaginé que la niña corría detrás de la madre que se iba mientras que el padre seguía engarzado en algún lío que tenía que ver con que se hubiera ido la mujer abandonándolo a él y a la hija. Pero puede ser, no?

Anónimo dijo...

A mi me gustó lo que hizo, pero me parece que a algunos lectores no les gustan las trampas.

Anónimo dijo...

En la tele, a veces pienso que un culebrón tiene relación con el anterior. Me alegro que sea un poco normal al menos.

Anónimo dijo...

Es agradable buscarle un sentido estético a las cosas que nos pasan. Pensar que todo se relaciona a través de hilos ocultos y que los principios y los finales se cierran en un círculo perfecto.

Anónimo dijo...

Lo que tu propones lo relaciono con la necesidad de interpretar que tenemos. Para que todo sea legible lo adjuntamos a nuestro discurso con una interpretación que aporta lógica a lo que nos deja perplejos.

Anónimo dijo...

En los teleteatros nunca se irritan las conjuntivas oculares, se llora siempre por desesperación.

Anónimo dijo...

la gente no se anima a caminar sobre los durmientes por miedo a despertarlos.

Anónimo dijo...

Los malentendidos surgen también en gran parte, por culpa de nuestra manía asociativa.

Anónimo dijo...

¿Por qué será que los trenes siempre inspiran historias?

Anónimo dijo...

Me quedé a la espectativa de que juntara todos esos hilos sueltos para hacer una linda trenza y resulta que lo único que se le ocurre decir es que tenemos otra manía más.

Anónimo dijo...

Pobre nena! tan chiquita y con esas manías

Anónimo dijo...

Soy profesora de Literatura y un ejercicio que acostumbro hacer con los muchachos es entregarles cuatro láminas cualquiera y pedirles que a partir de ellas armen un relato.

Anónimo dijo...

La película podría llamarse: "Una obsesión, una estafa y la despedida"