miércoles, 26 de noviembre de 2008

¿Recuerdas qué día es hoy?

Les invento una historia para explicar algo que sucede a cada momento pero que no se tiene en cuenta.

El vino más caro del mundo se llamaba Petrus (de Burdeos - Francia) y se vendía a 2.200 euros la botella, sin embargo este precio fue ampliamente sobrepasado por otro, de origen catalán y que fue embotellado cuando se casaron los Príncipes de Asturias Felipe de Borbón y Letizia Ortiz. Su precio es de 6.000 euros la botella.

Un trabajador con buen salario porque ha escalado a los puestos de dirección de una gran compañía, compró una de estas botellas para demostrarle a su amada cuánto la quería.

Pasado cierto tiempo consideró adecuado preguntarle a ella si había podido disfrutar de tan preciado caldo, a lo que ella respondió que no le interesaba mucho el vino pero que la botella le había parecido hermosa.

Tradicionalmente tenemos la creencia que lo más importante siempre es el contenido, sin embargo no es así en todos los casos. El protocolo puede ser esencial para las relaciones públicas ... aunque algunos se dedican a considerarlo ridículo.

Cuando se reunen personas importantes (porque coyunturalmente sus decisiones afectan los intereses de muchas otras), los expertos en esta disciplina saben con precisión milimétrica quién debe saludar primero, dónde deben sentarse en torno de una mesa, que frases se habrán de decir obligatoriamente y cuáles estarán terminantemente prohibidas.

Cuando nos vinculamos con personas importantes (porque son muy apreciadas por nosotros), deberíamos tener en cuenta qué formalidades serán más valoradas que los afectos mismo. Las fiestas navideñas, los aniversarios y los días de (la madre, etc.) pueden ser más importantes que un sentimiento sincero, sólido y honesto discretamente exhibido durante todo el año.

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19 comentarios:

Anónimo dijo...

Es cierto que hemos aprendido a valorar determinados rituales. A mí por ej, me encanta que el día de mi cumpleaños vengan a saludarme a la cama, apenas me despierto, cantándome el "que los cumplas feliz", que luego me den abrazo y beso y acto seguido me entreguen regalos sorpresa. Mientras lo escribo tomo conciencia de la ridículez del asunto, más si tomamos en cuenta mi edad, que ya sobrepasa los 40. ¿Por qué eso me hace tan feliz? Simplemente porque me hace revivir momentos alegres de la infancia. Actualmente es casi imposible reproducir esa escena. Por casualidad se me dio en mi último cumpleaños, después de 25 años.

Anónimo dijo...

El saludo es parte del protocolo. Muchas veces no tenemos ganas de saludar, simplemente porque nos levantamos alunados, o porque andamos ensimismados o por lo que sea, pero saludamos igual para evitar malentendidos.

Anónimo dijo...

EL QUE VALORA MÁS LAS FORMALIDADES QUE LOS AFECTOS MISMOS, ES UN PERFECTO IMBÉCIL.

Anónimo dijo...

Me parece que todo el ritual que se sigue frente a las grandes personalidades, tienen como finalidad última, poner orden a el montón de sentimientos encontrados que se suscitan frente a una persona-símbolo. Es una manera de anesteciar las emociones y marchar como autómatas, atentos a una serie de normas de urbanidad y cortesía, que desvían nuestra atención de los contenidos perturbadores, para centrarlos en una forma que parece asegurar que nada se saldrá de control.

Anónimo dijo...

Es cierto que los regalos simbolizan amor y gratitud, pero muchas veces se pervierten y ahí es cuando me entra la furia. En las reuniones navideñas he visto a los queridos componentes de mi familia, comparar con poco disimulo, los regalos recibidos de uno y otro familiar. En la familia, donde todos se conocen, llega un momento que queda instituído quién es el que hace regalos caros y quién no. Eso provoca una obligación de devolución en concordancia, completamente ilógica. Probablemente la situación económica del que acostumbra hacer buenos regalos sea muy distinta a la de los demás, sin embargo, el que hace pequeños regalitos simbólicos, porque honestamente no puede gastar más, saca de donde no tiene para no ser menos y retribuir el regalo del pariente acomodado. Así el obsequio pierde todo sentido.

Anónimo dijo...

En la anécdota que usted relata en el artículo, es lógico que la mujer valore la botella, porque el hombre fue a comprar una botella, no un vino.

Anónimo dijo...

El protocolo proteje, pero qué lindo es sentirse libre frente a quienes no necesitan de formalidades para saber nuestro respeto.

Anónimo dijo...

La naturaleza también mantiene un protocolo: adelante va el día y luego detrás viene la noche. Así fue, es y será por los siglos de los siglos.

Anónimo dijo...

Su ignorancia me deja pasmada, señor sol, de rubia cabellera (el piropo es pa que se ablande). De la oscuridad, nació el día. Usted debe esperar pacientemente a que desaparezca mi estela plateada, para asomar sus ojos al cielo.

Anónimo dijo...

Yo tomo Sprite porque "lo que importa es lo de adentro". Claro que si un día como el de hoy, donde aquí en el hemisferio sur estamos a una sensación térmica de 40º al cubo, si me la dan tibia, el contenido se los parto en la jeta. HOY EXIJO EL CONTENIDO BAJO LA FORMA HELADA. Quedo claro, no?

Anónimo dijo...

Cuando vino el presidente de Japón, nuestro presi lo hizo pasar adelante, como corresponde, al bajar del avión, pero parece ser que olvidó que como 12m atrás venía la primera dama. Entonces la japonesa salió del aeropuerto escoltando a nuestro presidente como si fuese su marido. Suerte que nuestra primera dama no estaba ni ahí con esos detalles, porque es tan celosa la petisa, que el incidente podría haber terminado de manera bochornosa.

Anónimo dijo...

El vino más caro se llama Petrus y el transformista más gracioso de la República Oriental también. Bueno, para ser exactos habría que sacarle la s final. Pero esos detalles no me importan porque yo hago de mi culo un pito!

Anónimo dijo...

Las veces que me he vinculado con "personas importantes" he quedado completamente desconcertada tratando de entender lo que realmente valoran. Pero cuando me vinculo con una persona importante para mí, estoy atenta en respetar sus gustos, mi límite es el dúo Pimpinella, de ahí para arriba una puede respetar.

Anónimo dijo...

Lo siento, yo hubiera hecho lo mismo. Con una botella de Coca-Cola la cosa habría sido muy distinta.

Anónimo dijo...

A la gente la tienes que sorprender haciendo lo que está deseando que hagais pero que no cree ni un poquito que podrás hacerlo algún día.

Anónimo dijo...

Las personas débiles o miedosas necesitan de las formalidades porque la subsistencia de ellas depende de las instituciones y de los aspectos más formales de su cultura. Necesitan contratos, compromisos, liturgia, bodas, papeles, firmas, garantías, comprobantes, testigos.

Anónimo dijo...

Las grandes empresas, que mueven miles de millones de euros, son muy cuidadosas de que todo esté debidamente firmado. Sus abogados están continuamente formalizando todos los acuerdos. Jamás confían en la palabra, en los apretones de mano, en un brindis. Alegan que deben reportarse a los accionistas y que éstos no perdonan ninguna desprolijidad.

Anónimo dijo...

Vinos y perfumes no se pueden regalar. Es una lotería acertar el gusto de quien lo recibe.

Anónimo dijo...

Todos reparamos en ciertos detalles de la vida y abandonamos todos los demás. Para mí que recuerden mi apellido es un honor porque los polacos en los países de habla hispana tenemos apellidos que la gente no puede ni pronunciar.