La Ilíada es la obra literaria más antigua de la cultura occidental. Se supone que la escribió un tal Homero hace más de 2.800 años. Más que el asedio a la ciudad de Troya, el tema central gira en torno a la cólera del personaje principal: Aquiles.
Éste también es el primer gran personaje de la literatura occidental. Se dice de él que era muy bello, que era el más veloz de lo humanos, que era muy amigo (o demasiado amigo) de un tal Patroclo y que era invulnerable en todo el cuerpo excepto en el talón.
En esta única parte vulnerable (el famoso «talón de Aquiles») fue donde lo hirieron con una flecha envenenada que le causó la muerte.
Ahora voy a defender a ese único punto vulnerable de un personaje envidiable por su impenetrabilidad.
Aunque parezca mentira nuestra cultura, 2.800 años después, sigue promoviendo que seamos lo más impermeables posible a cualquier ataque externo. Para lograrlo apelamos fundamentalmente a tener un férreo control de nuestros afectos, tratando de no ser crédulos, confiados, receptivos de las nuevas ideas. Nos enseñan a escuchar lo menos posible, a leer sólo aquello que repite lo que alguna vez aceptamos como válido y a no leer nada que lo contradiga.
Quienes tengan la suerte de ser tan impenetrables serán doblemente felices si cuentan con un «talón de Aquiles» que les permita mantener aunque sea un mínimo contacto con la realidad, para no perderse en el autismo que nos convierte en dogmáticos, intolerantes, repetitivos, carentes de creatividad, mentalmente sordos.
●●●
18 comentarios:
La Ilíada es un producto clarísimo del márquetin. jajaja
Aunque suena ilógico, es bueno ser un poquito débil y vulnerable. Amo a mi novio porque se equivoca más que mi marido.
Ahora que cada vez hay más máquinas que hacen el trabajo de los hombres, es bueno encontrar hombres que no se parezcan a las máquinas.
Mis amigos tienen en común conmigo que son gente desplazada de todos lados, empezando por sus propios hogares que andan todos mal. La desgracia (el talón de Aquiles) une.
Si no fuera porque se murió mi madre, nunca hubiera tenido que tomar una terapia que además del duelo me arregló varias cosas más. Hasta la caspa está más suave.
Los obsesivos son Aquiles sin talón.
Dicen -no sé- que el tema con Patroclo estaba muy complicado. Recuérdese que hace 2.800 todavía no existían los placares y la cosa era mucho más deschavada.
A medida que pasan los años nos vamos construyendo una visión del mundo que nos ordena frente a él. Las ideas "foráneas" a ese sistema confortable - más allá de que sea un mundo percibido como cruel o falto de esperanza - amenazan desvaratarnos ese orden. Por eso no las dejamos entrar. Para ser capaces de escuchar al que siente y piensa distinto, se necesita una gran fortaleza psíquica, una fortaleza tal que nos permita tolerar la amenaza de un bomardeo sobre ese mundo que hemos ordenado.
A veces me sorprende la capacidad de tolerancia de quienes están mentalmente enfermos.
El punto más vulnerable en los varones es a su vez el más productivo: los testículos.
Un profesor en la secundaria nos dijo una vez:"prefiero ser crédulo antes que ser injusto". De lo que se trataba era que nosotros, una banda de foragidos, no sé que desastre habíamos hecho y el comentario del profesor vino a cuento de que prefería creer en nuestra versión de los hechos (aunque parecía poco confiable)antes que castigar a alguien injustamente.
La otra vez alguien decía por la radio que estábamos volviendo a una época de fundamentalismos religiosos. Decía que en nombre de la laicidad se olvidaba lo que es la esencia de la democracia, el sistema más "amable" con las ideas y creencias de las minorías.
Quizás el sentimiento que más logra acercar a las personas entre sí sea la confianza.
Su artículo me hizo acordar a esas personas que a cada rato repiten: para lo que hay que escuchar, mire.
En todas las artes pasa que cuando aparece algo nuevo que rompe o contradice al movimiento anterior, necesita un tiempo para ser aceptado. Lo nuevo necesita repetirse para poder asimilarse.
Hay que ser como el mimbre, fuerte pero flexible.
El escudo y la armadura nos pone el alma más dura.
El colmo de un psicólogo es que sea sordo.
Publicar un comentario