En un artículo reciente titulado El placer de la inmovilidad menciono que el texto de las leyes nos informan sobre todo lo que la sociedad nos tiene que prohibir pues, hablando pronto y mal: «Somos capaces de hacer casi cualquier cosa».
Ese tema me llevó a otro que puede ser interesante para compartir.
Los integrantes de una sociedad tenemos por lo menos dos maneras de actuar frente a las leyes. Una es como jueces que las interpretan y otras es como policías que las aplican. Como la mayoría de la población no trabaja ni como juez ni como policía, entonces tratamos de ejercer los dos roles sólo que imaginariamente, en nuestra fantasía, jugando con nuestras reflexiones.
En este juego procuramos hacer ambas funciones: interpretar y aplicar (la ley).
Y al comienzo no más aparece un interesante problema. La ley está expresada en palabras que no tienen un significado único. ¿Cómo interpretar entonces?
La ley nos dice «No matarás» y me pregunto ¿en defensa propia tampoco? Ella insiste: «No matarás». Y si me muero de hambre ¿puedo matar un pollo, para asarlo en ...? «No matarás» insiste imperturbable la ley. Pero este tipo de situación no logro tolerarla, ¡me suicidaré!. «No matarás» me contesta la ley.
Y la duda va en aumento. Cuando estamos leyendo esta ley legislada, nada menos que por Dios, es probable que seamos presa de una incontenible indignación cuando vemos que algunos semejantes la transgreden una y otra vez, matando personas, animales, bosques enteros, destruyendo el planeta que Dios nos dio. Esa indignación nos llevará a un punto en el cual encontraremos justificado matar a los asesinos con lo cual...
Pero para no hacer este texto más largo de lo debido, termino diciendo que cuando un juez emite su dictamen se dice que «falla» lo cual significa dos cosas: 1) que emite su sentencia definitiva y 2) que se está equivocando.
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18 comentarios:
Cuando emitimos un fallo sobre las conductas ajenas, en general FALLAMOS, nos equivocamos.
Esto me recuerda al teléfono descompuesto.
Hago mucho esfuerzo por ser claro, hablando bien, usando las palabras adecuadas, pero ud dice que estoy perdiendo el tiempo, que hago un esuferzo inútil.
Mi hermana logra sacarme de quicio porque cada vez que uno le dice algo, ella siempre encuentra tres o cuatro interpretaciones posibles y hay que aclararle cuál de esas es la que uno quiere decirle.
Lo raro es que no pregunta disparates.
la profesora de inglés nos contaba como chiste que los ingleses para decir "sin" dicen "without" o sea "con sin".
Es divertido jugar con las palabras. Surgen cosas curiosas.
Esto explica por qué los abogados siempre tienen trabajo y se llenan de dinero.
Los mandamientos dicen que no desearás la mujer del prójimo y son las más lindas. Hecha la ley, hecha la trampa.
Si el ser humano cree que puede aplicar una justicia divina cae en los fundamentalismos y de ahí en la catástrofe.
Me doy cuenta que soy policía de mi mismo y muy estricto.
Hacer justicia por mano propia no sirve, es ir para atrás. La llamada "sed de venganza" es un sentimiento que aparece, no lo podemos evitar. Lo único factible es darse tiempo para asimilar ese sentimiento hasta diluirlo, lo más posible. Para apagar la ira que genera la venganza tenemos que comprender, no justificar pero sí hacer un trabajo interno que no le permita a la violencia salir desbocada o volverse contra uno mismo.
El significado de la ley se lo da el que está en el poder.
Mis hijos frente a la ley se comportan como delincuentes. Tendré que rever con el padre el tema de los límites.
El placer de la inmovilidad está en la seguridad de la quietud ¡pero ahora que cae el piano noooo!
¿Cuál es la ley esa que dice que no se puede matar al pollo?
Estaba plácido en la plaza leyendo la ley legislada cuan vino un hada y me hizo presa de pánico.
Una vez casi me mato en ofensa propia.
Antes por robar te crucificaban y por matar también. Entonces entre una y otra cosa no había diferencia.
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