sábado, 29 de noviembre de 2008

Las buenas palabras

El psicoanálisis lacaniano se caracteriza por entender que el lenguaje es determinante del pensamiento. El lenguaje (el idioma castellano en nuestro caso) le da un cierto formato a nuestro pensamiento.

En algunos relatos de este mismo blog he incluido fragmentos de sesión de psicoanálisis en los que el paciente descubre una idea inconciente a partir de lo que expresa sin saber que lo está expresando.

Por ejemplo, en el relato ¿Mi mamá me ama?, Aníbal nombra a una tal «Ana María» en un cierto contexto, con lo que la analista puede sugerir que quizá él no se «Ani-maría» a comunicar su amor a una vecina por confundirla inconcientemente con su propia mamá que tiene ese nombre.

Me parece interesante compartir con ustedes la importancia que en nuestras vidas tienen las «malas palabras».

Una sobrecarga emocional provocada por una frustración sorprendente, es rápidamente atemperada cuando es posible enunciar estas frases tan injustamente condenadas por nuestros usos y costumbres.

Usted seguramente conoce varias de las más usadas y estará de acuerdo conmigo en que producen un cierto alivio con un mínimo esfuerzo.

En general aluden a cosas (excrementos, residuos) o características (homosexualidad, lentitud, etc.) despreciables de la condición humana.

Cuando una inesperada frustración nos hace sentir inferiores, con la mágica fuerza del idioma conjuramos mediante un insulto el fenómeno que nos agravia y podemos sentir un eficaz restablecimiento de nuestra autoimagen.

En suma: El lenguaje determina nuestra forma de pensar y las «malas palabras» no son tan malas como parecen.

●●●

18 comentarios:

Anónimo dijo...

Entonces las personas piensan según el idioma que hablan. ¿Se podrá tener dinero sin hablar inglés?

Anónimo dijo...

Cuando era niño adoraba cada vez que venía a quedarse en mi casa un tío viejo que vivía carajeando y mis tías se ruborizaban. Él me hacía guiñadas a mí sólo. ¡Un rey!

Anónimo dijo...

Un día fui a ver el famoso monólogo de Pinti y me pareció la cosa más aburrida: sólo repetía cada poco "pppelotudo" y "mierrrrda". ¡Qué taradez!

Anónimo dijo...

Los cánticos del fútbol no existen sin palabrotas. Me divierten.

Anónimo dijo...

Mi marido es el hombre más cortez y correcto que uno pueda imaginar, pero cuando va manejando se transforma, putea promedio cada 5 cuadras y hasta se despeina. Nunca le dije lo atractivo que se pone, aunque estoy segura que si todo el tiempo estuviese así, dejaría de gustarme.

Anónimo dijo...

Lo que le da fuerza a las palabrotas es que no se usan todo el tiempo. Cuando se usan muy a menudo, de palabrotas pasan a modismos, como boludo, pelotudo, guacho, etc.

Anónimo dijo...

Es cierto, las malas palabras alivian hasta el dolor físico. Un ej. típico es cuando te golpeás un dedo con el martillo.

Anónimo dijo...

Una vez, harta de hacer cola, dije en voz alta que cada vez odiaba más a la institución x, por la mala atención que recibíamos los usuarios. Cuando al fin me llego el turno para ser atendida, el funcionario puso el cartelito en el mostrador que dice "caja cerrada" y agregó con una sonrisa:"lamento alimentar su odio hacia nosotros". La moraleja es que a veces más vale morderse la lengua.

Anónimo dijo...

El idioma español tiene predominio de palabras graves ¿tendrá eso que ver con lo moderados que somos?

Anónimo dijo...

No sé de dónde saca Mª Eugenia que los usuarios del I. Español somos moderados.

Anónimo dijo...

Algunas palabrotas aluden a los órganos sexuales. No sé qué será lo que tienen de despreciables.

Anónimo dijo...

El machismo se expresa también en las malas palabras. Es un insulto decir "conchuda de mierda" pero "pijudo de mierda" no existe como insulto.

Anónimo dijo...

A veces el insulto evita irse a las manos y otras veces actúa como una chispa que enciende y culmina en los piñazos.

Anónimo dijo...

El abuelo tiene tan incorporadas a su lenguaje cotidiano las malas palabras, que ya no las discrimina de las otras.

Anónimo dijo...

¿No existirá alguna palabra en nuestro idioma que nos ayude a pensar? Un abracadabra que conecte las neuronas, o algo así.

Anónimo dijo...

Por suerte ahora está de moda pelarse, supongo que por un tiempo "pelado" dejará de ser un insulto.

Anónimo dijo...

La sobrecarga emocional me lleva al cortocircuito y de ahí a los choques eléctricos...es lo que hay.

Anónimo dijo...

Beso en la mejilla para mí significa traición. Mis besos son en los labios.