Braulio Cejas era un señor de apenas treinta y pocos de años, gordito, lento, con poco cabello pero muy largo y grasoso, dedos cortos terminados en uñas sucias. Siempre usaba los mismos zapatos negros acordonados y (¿las mismas?) medias grises.
Hijo de un directivo del hospital, le fue asignado el archivo de historias clínicas porque su aspecto era inconveniente para la apariencia higiénica de la institución.
Podía pasarse horas haciendo divisiones muy extensas usando el dorso de informes que nadie leía. Era su pasión.
Hablaba muy poco y casi nunca contestaba el saludo o el teléfono.
A ese rincón frío, oscuro y bastante húmedo del hospital iba y venía un jovencito de extraño peinado, cargando las historias de personas internadas, egresadas y fallecidas.
En cierto momento la tranquilidad del archivo perdió su ritmo porque hasta ella llegó el alboroto que se producía en los pisos superiores porque el número de fallecidos estaba aumentando a un ritmo alarmante ... incluyendo personal técnico, semitécnico y administrativo.
Claro que Braulio no se inmutó hasta que mirando la planilla con los datos personales de los fallecidos observó que en la numeración de los documentos de identidad siempre figuraban los números correspondientes a la fecha del fallecimiento.
En medio del griterío de la gente que iba y venía, comenzó a mirar las numeraciones de las personas aún vivas y comprobó con orgullo que la hipótesis era correcta: Día a día fueron falleciendo todos los pacientes y funcionarios según sus cálculos.
Como siempre ocurre, omitió chequear su propio número de documento, aunque de nada le hubiera valido.
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20 comentarios:
Me gusta su estilo para escribir novelas. Le sugiero un título: ENTREVISTAS CON LA MUERTE.
Y si, es más fácil creernos que conocemos a los demás, pero no sabemos quiénes somos.
Me entretuvo y me sorprendió. Está bueno. No parece de Internet.
Tengo los días contado. Grrrrrr!! (miedo)
A mi también me sorprendió porque ni pensé que a mi me pudiera tocar morir.
Yo creo que nuestro destino ya está determinado. No sé si está en mi DNI pero en algún lado está.
Me parece que la descripción que hace de cómo se alteró el clima del hospital cuando comenzaron las muertes no es adecuado. Le falta intensidad proporcional al hecho.
Siento olor a éter y formol. ¡Puaj!
Debo estar loca, pero me vinieron ganas de pararme detrás de la silla del gordito sucio y acariciarlo mientras hace sus divisiones.
¿Cómo es eso de la numerología? Me gustaría saber.
En el país donde vivo, cuando sacás el documento de identidad, en lugar de poner tu fecha de nacimiento, como en el resto del mundo, la que figura es la fecha de tu muerte. Ese detalle nos ha vuelto una nación muy productiva. Sabemos claramente que cada día que pasa es uno menos y eso nos hace aprovecharlos con más ardor. Por otro lado, nuestras empresas toman el dato de nuestro futuro deceso como un elemento más para decidir a que puesto nos destinarán. Podría pensarse que somos un pueblo triste o previsor en demasía, pero sucede todo lo contrario. No logramos entender porque en el resto del mundo todos los servcios de inteligencia médica ocultan ese dato.
Braulio es nuestro enlace en Buenos Aires. No me parece prudente que usted haya rebelado esto.
Me siento sumamente estresado. No estaba preparado para un contacto tan duro con la realidad. Espero que ud. sepa utilizar la información que maneja con buen criterio. Nuestros servicios no utilizan una metodología terrorista y si es necesario será protegido. Sin embargo acepte mi consejo: no se extralimite.
Al parecer para Braulio era más importante corroborar sus hipótesis que vivir su propia vida.
¡Ese es el gran problema! Los informes que nadie lee. A ninguno de nuestros pacientes se lo ha atendido de manera correcta porque la Historia Clínica no se lee. El pasado del paciente se desconoce. Hemos visto operar 5 veces a la misma persona del apéndice. Los psicoterapeutas se quejan porque los clientes insisten en repetir las mismas situaciones traumáticas. ¡Es lógico! Todos aquí actuamos de esa manera. No sabemos hacerlo de otro modo. Nuestro futuro está condenado a ser una eterna repetición. El único día verdaderamente auténtico es el de nuestra muerte.
Braulio Cejas no contestaba el saludo ni el teléfono porque siempre estaba masticando un pedazo de pizza. Eso explica que fuera tan ceborreico. Sus ojos enmarcados por unas cejas llamativamente pobladas, eran muy expresivos. Con un arqueo de cejas te decía todo. Tanto que se olvidó de hablar.
El aumento del número de muertes tiene su explicación.
La asociación del personal semitécnico del hospital lucha por ocupar el puesto de técnicos que de manera legítima nos corresponde. Firme la papeleta rosada. POR UN URUGUAY SIN EXCLUSIONES.
Hemos decidido bajar a subsuelo a los pacientes que corresponda según su fecha de fallecimiento, por hallarse este más cercano a la morgue. Debemos ahorrar energía y emplear cada uno de los días que nos restan de manera productiva para nosotros mismos y nuestro prójimo.
Se me ha puesto que voy a morir en el 2066 y no quiero vivir 100 años.
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