Los científicos son personas comunes y corrientes, pero que intentan desarrollar una disciplina que los demás no tenemos.
Ellos intentan (no digo que lo logren), ver la realidad aunque no les guste.
Este es el gran secreto. No busque otros. Sólo con este detalle, logran elevarse hasta el pedestal de credibilidad que tienen.
Y como en cualquier otra percepción, eso sucede así por contraste. (1)
Ellos no serían tan prestigiosos, si no fuera porque la mayoría tratamos de percibir lo que nos gusta e ignorar lo desagradable.
Las verdades colectivas existen por consenso y suelen expresarse en forma de refranes, proverbios, sentencias, dichos.
La buena noticia es que, como algunas verdades son agradables, la mayoría podemos conocerlas y en esos casos podemos ser tan confiables como los científicos.
Hoy inventé una frase que aparentemente aún no la dijo nadie, a pesar de su sencillez: «Lo mejor para no despegarse de los hijos, es ayudarlos hasta que sean felices.»
En este caso, yo estoy jugando a que soy científico porque digo algo que no me gusta.
El famoso «corte del cordón umbilical», es una metáfora que refiere al intento que hacemos como padres y como hijos, para terminar con la dependencia que alguna vez fue imprescindible (cuando éramos niños) y que luego se torna inconveniente (infantilizante, subdesarrollante, pegajosa, tóxica, alienante).
Los padres extrañamos aquella época maravillosa en que nuestros hijos eran inocentes, gobernables, dependientes, nos idealizaban, nos obedecían y —sobre todo— aún éramos jóvenes.
Con el pretexto de que el amor es enorme, tratamos de justificar nuestra nostalgia, nuestra rebeldía contra el paso del tiempo e ignoramos el derecho de ellos a ocuparse en su nueva familia.
El apego pegajoso hacia los hijos, nietos y biznietos es por amor a sí mismo (egoísta y mezquino).
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(1) Felizmente existen los feos
Mejor no hablemos de dinero
La indiferencia es mortífera
«Obama y yo somos diferentes»
«Soy fanático de la pobreza»
El diseño de los billetes
Amargo con bastante azúcar
El desprecio por amor
13 comentarios:
La frase que inventó: "Lo mejor para no despegarse de los hijos es ayudarlos hasta que sean felices", es de una sabiduría enorme.
Hay que encontrar la forma adecuada de ayudarlos a que sean felices. No podemos confundirnos y buscar nuestra felicidad a través de ellos.
Estoy de acuerdo, ayudarlos, no darles todo servido.
Los hijos se alejan cuando perciben nuestro egoísmo. Y a veces se alejan por motivos que nada tienen que ver con nosotros.
Extraño todo lo que pasó. En un futuro extrañaré lo que está pasando ahora.
Amo a mi madre; de todos modos tengo que decir que vivir con ella, a esta altura, me tiene enfermo.
Mis padres se quejan de que sólo voy a verlos los domingos. No toman en cuenta que les estoy dedicando la tercera parte de mis días libres.
La parte más difícil del amor es soltar.
Muy a menudo, cuando alguien a quien tenemos en buen concepto, dice algo que no nos gusta, se lo adjudicamos inconscientemente a otra persona. A mí me ha pasado.
La verdad es que muchas veces no me gusta escuchar la verdad.
Mis hijos no se independizarán hasta que no acepte que pueden estudiar y trabajar.
Los procesos independentistas implican lucha de ambas partes.
Si nuestros hijos logran ser felices, aún asumiendo sus problemas y los sufrimientos que les toquen, es que van por buen camino.
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