martes, 6 de abril de 2010

El neurótico “sano”, sabe ganar y perder

Aunque las comparaciones sean odiosas, no podemos percibir ni pensar sin comparar.

Podemos recordar que el mundo visto por nosotros mismos cuando éramos niños, es muy distinto a este otro que percibimos hoy.

Es cierto que la realidad siempre está cambiando, pero también es verdad que nuestra forma de percibir se modifica con los años, con la sensibilidad de nuestros cinco sentidos, con las experiencias, con lo que aprendemos.

Para muchas personas hoy es criminal comer algo que provenga del reino animal. Aquel delicioso entrecot que saboreó cuando tenía 10 años, hoy es la demostración de que un ser vivo fue matado injustamente.

Este cambio tan decisivo en nuestra forma de alimentarnos, también se expresa en otros órdenes de nuestra vida.

Los niños son estructuralmente perversos pero la educación los va transformando en neuróticos.

Ese cambio obedece fundamentalmente a que son reprimidos, amedrentados, amenazados, castigados, disciplinados, sugestionados, persuadidos, convencidos, adoctrinados.

La transformación de un perverso (el niño en estado natural) en un neurótico (el adulto educado), tiene desventajas y ventajas.

El neurótico (la mayoría lo somos) es alguien que se siente inhibido para satisfacer muchos de sus deseos.

La moral y las buenas costumbres lo convierten en alguien

— que se viste y no se desnuda frente a cualquiera,
— que tiene hábitos higiénicos necesarios para la convivencia aunque no imprescindibles para la conservación de la salud,
— que padece temores desproporcionados ante peligros subjetivos (creencias, opinión ajena, prejuicios).

Estos sometimientos pueden parecer el resultado de una debilidad o cobardía.

Sin embargo, con criterio similar podemos decir que asumir las limitaciones que nos impone la sociedad requiere una dosis de heroísmo.

Probablemente sea bueno conocer las dos caras de la moneda.

Reprimir humildemente algunos deseos es tan saludable como luchar intensamente por satisfacer todos los que sean posibles.

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11 comentarios:

Iliana dijo...

Este artículo me ha resultado reparador. Está bien reprimir unas cuantas cosas y está bien satisfacer todo lo que se pueda. Me da paz.

María dijo...

Cuando mi hermano se descompensa hace todas las cosas que no se deben hacer para vivir en sociedad. Me da mucho miedo cuando se pone así.

Leticia dijo...

Leyendo sus artículos, a veces me ha dado la impresión de que desprecia la moral.

CHECHU dijo...

BUENAS COSTUMBRES
JA JA

Sheila dijo...

Desde que veo en la TV El
encantador de Perros, se me metió en la cabeza que para educar a mi hija tengo que usar más los premios ante las conductas deseables que los castigos hacia las malas conductas.

Laura dijo...

La higiene es la cobardía que más aprecio.

Alberto dijo...

Uno de mis actos heroicos que más valoro es haber dejado de presionar a mi ex para que siga conmigo.

Lola dijo...

Por supuesto! Una no puede desnudarse ante cualquiera.

la gordis dijo...

Mi debilidad, esa que ignora cualquier represión, es el chocolate.

Alicia dijo...

Reprimir humildemente... estoy de acuerto con ese concepto, pero deseo no tener que hacerlo con demasiada frecuencia.

Violeta dijo...

Como de niña era demasiado neurótica, de adulta me puse demasiado perversa.