Al nacer, sólo percibimos imágenes. Uno o dos años después, podemos representarnos esas imágenes tan sólo con sentir o pensar el sonido de las palabras que las representan.
Me explicaré mejor.
El recién nacido, necesita el contacto visual, auditivo y olfativo (imágenes) de su mamá. Si no tiene ese contacto, se sentirá abandonado.
Cuando el sistema nervioso evoluciona lo suficiente, tolera la soledad evocando palabras que la recuerden (mamá, Sofía, comida, caricias, te quiero, bésame).
Dicho de otra forma: primero dependemos de los estímulos sensoriales (ver, oír, oler, palpar, degustar) y luego podemos independizarnos de esos estímulos, evocando las palabras que representan aquellas imágenes (cabello rubio, voz melodiosa, perfume dulzón, suavidad aterciopelada de la piel, gusto salado del sudor).
El registro imaginario de la realidad, es la percepción lograda por medio de los sentidos. Esta forma de captar lo que nos rodea, es física, tangible, concreta.
El registro simbólico de la realidad, es el mismo proceso anterior pero prescindiendo de los sentidos. Es una forma de vincularnos mentalmente con el entorno físico, tangible y concreto. Es una forma de vincularnos verbal, intangible y abstracta.
Lo importante en esta evolución, es que sólo podemos vincularnos con otras personas usando palabras. Si no desarrollamos el registro simbólico, quedamos aislados de nuestros semejantes.
Los enanos padecen una deficiencia glandular que interrumpe el desarrollo de la estatura y el analfabetismo, es una deficiencia lingüística que interrumpe el desarrollo del registro simbólico.
La calidad de vida depende —casi exclusivamente—, de nuestra habilidad para comunicarnos y esta habilidad depende del desarrollo logrado en nuestro registro simbólico.
La inteligencia es muy poco lo que puede hacer con los datos de los sentidos, si no pueden describirse eficazmente para ser intercambiados con otras personas.
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12 comentarios:
qué lindo ese pedazo de cielo que aparece como fondo del título de su blog
Me gusta leer en las crónicas, las cartas que intercambiaban individuos comunes (por decir de algún modo) del siglo XIX. Me llama la atención lo amplio de su vocabulario y la claridad en la expresión escrita de sus pensamientos. Esta claridad va acompañada de una precisión muy grande. Lo que quizás se les pueda criticar es la escasa capacidad de síntesis.
Evoco palabras que te recuerdan pero tus pasos ya no vuelven más.
Siempre quise tener una alfombra peluda como la de la fotito.
Escuchar a otros, no alcanza para aprender a comunicarse al hablar.
En el registro simbólico de aquel muchacho, sólo estaba la bandera de Peñarol.
Se puede empezar intercambiando recetas de cocina. Al menos es un comienzo...
Para mí los datos de los sentidos se traducen en música. Hablando soy nulo.
Los mudos nos vinculamos por medio del lenguaje de señas.
Al recién nacido lo dejó sin los sentidos del gusto y del tacto.
Vaya y pase. No soy perfeccionista, pero olvidarse del sexto sentido es imperdonable!
Al nacer no vemos bien, percibimos mejor los olores. Cuando maduramos seguimos en la misma: no vemos bien pero, gracias a la experiencia, tenemos olfato.
Mi padre me hizo un extraño regalo antes de irse del país: un diccionario.
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