domingo, 11 de abril de 2010

El bar del recuerdo

El día se estaba presentando con normalidad, aunque claro, para mí, normalidad significa la vida que tenía antes de cumplir 30 años. Mi vida actual no es normal.

Estaba sentado en la mesa de siempre, tratando de recordar cómo era el sueño que había tenido para anotarlo en una servilleta y llevárselo a la psicóloga. A ella le gusta interpretar cualquier cosa descabellada.

Hasta hace un rato lo tenía muy claro y ahora se fugó.

Pero toda mi atención abandonó lo que tenía entre manos cuando sentí con total nitidez que alguien me miraba. Era alguien que había llegado después que yo y se sentó cerca de la puerta.

Tuve la certeza de que era mujer.

Tenía una mirada escrutadora, minuciosa, que hacía mucho énfasis en la antigüedad de mi saco, en la pelusa de la nuca pendiente de peluquería, en la gordura de mi espalda.

El espejo que tenía delante no me la reflejaba porque justo en esa parte estaba pegada una publicidad de cerveza.

¿Quién será? ¿Por qué me mira con tanta insistencia? Me parece que no la conozco pero ella sí me conoce.

No me gusta su manera de ser. Por la forma de mirarme, es de las que insiste mucho con que todo sea perfecto. Se cree la madre de cualquiera que se le atraviese.

Sin embargo tiene algo que me atrae y eso aumenta el miedo que me provoca.

Soy un desgraciado para el miedo porque el malestar que me da en todo el cuerpo me gusta. Mejor dicho, supongo que me gusta porque siempre termino metido en situaciones que me lo producen.

Tendría que levantarme e irme sin mirarla, pero no creo poder. La curiosidad me gobierna.

Tengo que hacerlo. Me levanto como si estuviera aburrido, camino hacia la puerta por entre medio de las mesas, no la miro, no la miro, … pero no aguanto, ¡no aguanto!

¡¡No puede ser!! ¡Esta es la que me pateó con botas de charol en el sueño!


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11 comentarios:

Lidia dijo...

Me gustó muchísimo Licenciado!
Si alguien me hubiera dicho que es de un escritor famoso, me compro el libro.

Alicia dijo...

Si yo usara botas de charol, tendría que cambiar todos los muebles de la casa para que entonaran.

Mirna dijo...

Cuando me levanto haciendo ver que estoy aburrida, bostezo bien fuerte, me desperezo un poco (no demasiado porque lo confunden con sueño), pongo cara de "así es la vida" y camino balanceandome distraídamente.

Nelson dijo...

Mirna se aburre como un borracho.

M. Espasaldín dijo...

Yo tengo ojos en la nuca, no es metáfora, es pura realidad. Supongo que de allí saldrán unos sensores que protegen mis espaldas.

Fulgensio dijo...

La mujer de mis sueños también se sienta cerca de la puerta, cosa de huir si intento atraparla.

Casulo dijo...

A mí las mujeres me miran con mucha ASISTENCIA, siempre están como queriéndome ayudar en algo, pero nunca me doy cuenta en qué.

Morgana dijo...

La antigüedad de su saco se fue con la pelusa de su nuca y la gordura de su espalda, a la reunión de los P.A.*

*patéticos anónimos.

Blanca dijo...

Creerse la madre equivale a creerse la dueña?

Jacinto dijo...

A ud le gusta el malestar? Mmmm, a mí me gusta estar malo. Qué le parede si nos conocemos?

Lorenzo dijo...

Ta picadito!!!