lunes, 19 de abril de 2010

El señor de los huevos

Los varones somos más fuertes físicamente pero somos tan vulnerables como las mujeres, aunque de una manera diferente.

Ellas temen el desamor y los varones tememos perder nuestros órganos genitales.

En una grosera simplificación, podría decir que nuestras formas de ser (pensar, sentir, reaccionar) son tan diferentes como lo son nuestros cuerpos.

Nos parecemos en que tenemos aparato digestivo, circulatorio y nervioso, pero nos diferenciamos nada menos que en el sistema reproductor.

La representación mental de todo lo que nos sucede, es lo verdaderamente significativo para cada uno.

Podemos llamarla «realidad psíquica», en contraposición a la «realidad material» que es lo que efectivamente ocurre.

Nuestras acciones se producen por la realidad psíquica (lo que creemos que ocurre), pero nuestro cuerpo reacciona por la realidad material (lo que efectivamente ocurre).

Como decía, los genitales son más importantes en la realidad psíquica de los varones porque están fuera del cuerpo y tememos perderlos.

Esta gran preocupación nos demuestra que la conservación de la especie es (quizá) la única misión para la que nacemos.

Con la exitación sexual, vemos a nuestro pene duro, penetrante, activo, pero luego del orgasmo, lo vemos fláccido, como si estuviera desvinculado del resto del cuerpo (pasivo).

Muchos hombres se cohíben, se deprimen, pierden su energía porque no soportan esta especie de castración que sigue al orgasmo.

Los varones tenemos escaso protagonismo en la reproducción de la especie pero mucho protagonismo en la conservación.

Somos buenos proveedores en tiempos de paz y buenos defensores en tiempos de guerra.

Cuando la sociedad —perturbada por la inseguridad ciudadana— exige políticas de «mano dura», en realidad está pidiendo que los varones seamos activos, que no actuemos como si estuviéramos castrados.

Todos los hispanos, hombres y mujeres, pedimos coloquialmente que los hombres «tengan huevos».

Por lo tanto el clamor es de «pene duro».

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14 comentarios:

Carlos dijo...

Buena parte de los cristianos pregonan la purificación a través del dolor.

Tiago dijo...

Es especialmente negativo cuando creemos purificarnos por medio del dolor y no lo sabemos. Hacerlo consciente nos permite mayor control sobre la situación; un margen mayor de libertad.

Margarita dijo...

En los hospitales se brinda tratamiento y medicinas en un entorno muy rígido, donde son los otros (enfermeros, médicos) quienes se hacen responsables de la salud y el bienestar del "paciente". La comunidad terapéutica, en cambio, puede funcionar de manera distinta, porque trabaja con el usuario que ha salido de la etapa aguda de su enfermedad. Esto permite un encuadre flexible, vínculos más personalizados y por sobre todas las cosas, protagonismo del enfermo en su proceso de curación, rehabilitación, o aceptación de su enfermedad.

Roque dijo...

La ventaja entre esperar dinero, en lugar de esperar alivio, está en que el dinero además de alivio puede proporcionar satisfacciones temporales de necesidades y deseos.

Morena dijo...

Qué paradoja: quienes han perdido su libertad reciben el trabajo como un premio, y quienes viven libres asumen el trabajo como un castigo.

Rodolfo dijo...

Por suerte nunca vivencié al trabajo como un castigo. Algunas veces porque el trabajo en si, me gustaba, y otras veces porque lo que me resultaba agradable del trabajo eran los vínculos que creaba. Si se dan las dos cosas juntas, mucho mejor.

Yenny dijo...

Alguna que otra vez he pensado realizar algún delito que me permita convertirme en reclusa.
En mi país, si tenés buena conducta, hoy en día podés vivir con tus hijos pequeños en la cárcel, en habitaciones con baño privado, sin tener que pagar alquiler, alimentación y demás gastos fijos. Una vez por semana tenés derecho a la visita nupcial, y por si esto fuera poco, puedes prepararte para el trabajo haciendo cursos, o recrearte haciendo teatro, concurriendo a talleres de manualidades o de literatura, etc. Ser una presa es mejor que tener um empleo público.

Leticia dijo...

Hay algunas normas exteriores que por más que quieran no van para el superyó porque las desconocemos.

Lucas dijo...

Para creer en la reencarnación hay que tener una vida muy perra.

Emiliano dijo...

Es fácil; estás sano cuando podés encarar y estás enfermo cuando no te podés poner las pilas.

Emiliano dijo...

Los reformatorios en lugar de reformarte te reciclan.

Dayana dijo...

Si habrán montones de personas que sienten la vida como un castigo! Deben ser unos cuantos los millones de personas que creen en la reencarnación.

Mariana dijo...

Los seres humanos vemos a la salud como una utopía.

Anónimo dijo...

La salud es la norma y la enfermedad la excepción, o es al revés?