Es por todos conocido que el estrés es dañino, que perjudica nuestra salud, nos enferma y pone en riesgo nuestra calidad de vida e inclusive la vida misma.
Pero para entendernos mejor debemos estar de acuerdo en que lo perjudicial es el estrés exagerado, desmedido, excesivo, ya sea en intensidad o en duración.
El instinto de conservación es poderoso y nuestro mejor amigo. Sin embargo, es muy grosero, violento, despiadado.
Comienza manifestándose con el estrés pero luego puede seguir con enfermedades, contracturas y señales aún peores.
Es un error conceptual suponer que el instinto de conservación y el estrés son enemigos.
Una mala relación con estos fenómenos suele ser causada por la falta de experiencia o ignorancia.
Comprenderlos depende en gran medida de nuestras experiencias de vida (si hemos padecido situaciones traumáticas, si hemos sorteado o no momentos angustiantes).
Las experiencias de vida son un capital muy valioso que podemos definirlo como sabiduría, conocimientos, información.
Saber, estudiar y aprender nos permiten acceder a experiencias que mejoran nuestra relación con este buen amigo bruto y desconsiderado (el instinto de conservación).
Si bien es cierto que no contamos con buenos instintos como los demás animales, podemos compensar esa carencia estudiando, aprendiendo, informándonos.
A medida que hacemos todo esto (leyendo, escuchando a los demás, preguntando, haciendo cursos), nuestra vida comienza a enriquecerse con la experiencia de muchas personas y eso nos da un gran poder.
El gran poder se logra porque cada vez tendremos menos problemas con las leyes de la naturaleza.
En suma: Para que el estrés que nos provoca el instinto de conservación no se vuelva peligroso, tenemos que cumplir primero con las normas de la naturaleza y después con las normas de la sociedad (en este orden).
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12 comentarios:
Es difícil aceptar tranquilamente lo que molesta.
El estrés molesta y estamos condicionados para rechazar lo que molesta.
La contradicción entre las normas de la naturaleza y las normas de la sociedad es equiparable a la que existe entre el instinto y la cultura. Se trata de lograr un equilibrio muy dinámico, y nos exige gran capacidad de adaptación.
El instinto de conservación te mantiene a empujones dentro de la vida.
Soy de la opinión de que ayuda más el aprendizaje que el estudio.
El instinto de conservación, además de todo, es LO egoísta.
Mi psicólogo me dijo que debo desaprender un montón de cosas que sólo me están perjudicando. Hasta ese entonces no sabía que el aprendizaje se podía deshacer.
Sé que me contracturo porque lucho por seguir adelante, jamás me doy por vencido.
Menos mal que el instinto de conservación es tan duro de matar!
Lo mejor para aliviar el estrés y ayudar al instinto de conservación es el horóscopo.
El instinto de conservación se me mezcló con la pereza y por eso soy timbero.
Es difícil sortear momentos angustiantes. Esa rifa nadie la quiere comprar.
Un poco difícil seguir ambos tipos de leyes, ya que muchas de las leyes sociales son anti-natura...
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