martes, 27 de octubre de 2009

La memoria del mesero

Un anciano yacía en su lecho de muerte. Cuando sintió que había llegado su hora llamó a un joven que a veces hablaba con él.

Le contó que era un científico, que había resuelto un antiguo enigma, pero que la enfermedad lo había sorprendido antes de hacer la publicación de su gran descubrimiento.

Le pidió que escuchara lo que tenía que contarle antes de morir y así comenzó a decirle complicadas fórmulas.

El joven lo miraba con atención y cuando el moribundo terminó, tuvo que repetirle todo lo que había escuchado.

El anciano sonrió complacido de que el esfuerzo de muchos años no había sido inútil y pudo morir tranquilo gracias a este servicial desconocido.

En una reunión casual con cuatro colegas, fuimos a tomar y comer algo a un bar próximo a un centro de convenciones donde estábamos reunidos.

El mesero nos trajo los cinco menúes para hacer nuestros pedidos y cada uno solicitó cosas diferentes agregando ciertas particularidades: «la carne que no esté muy cocida», «la bebida tráigamela junto con la comida», «los tallarines con poca salsa», «las verduras las quiero sin sal», «¿me alcanza el diario de hoy por favor?».

Quedamos admirados de su memoria y le preguntamos por ella.

Muy solícito nos dijo: «Para los meseros es normal acordarnos de cosas insólitas aunque al minuto las olvidamos. Cierta vez pude repetir extrañas fórmulas a un anciano que falleció feliz gracias a que pensó que yo podría recordarlas mucho tiempo».

El órgano capaz de estas proezas es el hipocampo y tenemos dos ubicados en el cerebro.

En la enfermedad de Alzheimer, es el primero en sufrir daños que se verifican por la pérdida de memoria.

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10 comentarios:

Matémico dijo...

Moraleja: antes de confiarle tus memorias a un hombre, asegúrate que no sea mesero.

Nemo dijo...

Yo creí que el hipotálamo eran el caballito de mar.

Vicente dijo...

Espero conservar el oído para sentir cuando llegue mi hora.

Godofredo dijo...

El mozo con Alzheimer nunca gana propina.

CHECHU dijo...

HIPOCAMPO. NEMO, BESTIA!

Rubén dijo...

El hipocampo de los meseros está directamente estimulado por la propina.

Sarita dijo...

Las personas muy memoriosas tienen dos hipercampos.

Guzmán dijo...

Al mozo con Alzheimer se lo reconoce por la libretita.

un mesero dijo...

Siempre me olvidaba cuando pedían sopa porque la asociaba a hechos traumáticos de mi infancia.

Rulo dijo...

La verdad que para haber sido científico, ese anciano era medio imbécil.