martes, 6 de octubre de 2009

El goce de sufrir

En un artículo publicado con el título La naturaleza es hermosa pero antipática les comento que a partir del nacimiento padecemos agresivas necesidades que no tenemos más remedio que satisfacerlas bajo amenaza de muerte.

Somos «hijos del rigor» porque son las molestias las que permanentemente nos están estimulando (incitando, aguijoneando, punzando) para hacer cosas vitales.

La naturaleza se parece al conductor de un carro tirado por animales.

Cuando el cochero nota que los animales enlentecen su andar, recurre al látigo.

Primero hace sonar en el aire su terrorífico chasquido pero si la amenaza acústica no logra el resultado esperado, golpea impiadosamente.

Los animales cansados, enfermos o débiles, necesitan más amenazas y seguramente más latigazos.

De forma similar, cuando estamos con escasa energía, decaídos, abatidos, deprimidos, es probable que la vida nos castigue con malestares que no hacen más que aumentar las penurias.

Por el contrario, cuando estamos con ganas de trabajar, entusiasmados, alegres, todo parece ir bien y «la vida nos sonríe».

En síntesis, cuando estamos mal entramos en un círculo vicioso, sintiéndonos cada vez peor ... porque la naturaleza tiene que agredirnos con mayor saña como si fuéramos caballos cansados.

Y acá les presento un concepto muy difícil de aceptar por lo apartado que está del sentido común.

Cuando la vida nos golpea sufrimos conscientemente pero gozamos inconscientemente.

¿Por qué somos tan contradictorios? Una explicación posible es que nuestro inconsciente —guiado por el instinto de conservación— goza porque sabe que así seguiremos vivos.

Este goce inconsciente nos expone a que muchas situaciones realmente penosas no terminen de irse, den tanto trabajo curarlas, nos hagan pensar que somos masoquistas.

Pues no: la naturaleza no repara en si estamos cómodos o incómodos, ella sólo quiere que estemos vivos.

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13 comentarios:

Ana Laura dijo...

Es usted quien dibuja tan bien? ... encontrar un dibujo ya hecho donde esté una mujer (la naturaleza) con el látigo es casi imposible.

Serafina dijo...

A esta altura le estoy agarrando odio a la Naturaleza.

Macarena dijo...

El goce inconsciente no se disfruta; no entiendo cómo se le puede llamar goce.

Filisbino dijo...

De lo que ud dice se desprende que todos somos, en mayor o menor grado, masoquistas.

chuli dijo...

Las situaciones penosas no se van porque les da pena.

Lao Tsé dijo...

El secreto de una buena vida está en poseer entusiasmos.

Zoilo dijo...

Somos hijos del Rigor y la Penuria, nietos de la Casualidad y el Prejuicio, bisnietos de el Sinsabor y la Apatía, tataranietos de el Dolor y la Muerte.
Tenemos un linaje de mierda.

Nolo dijo...

No permito que me estimulen las molestias; yo elijo mis propia drogas.

Noelia dijo...

Es la vida la que a veces sonríe, lo que es la naturaleza, ella siempre te mira seria.

Faustina dijo...

Yo soy masoquista en serio, y lo que más me hace sufrir es no encontrar un sádico.

El Bronce dijo...

Los caballos cansados siguen de pie.

Anónimo dijo...

Quiero encontrar estímulo en cosas agradables.

nadia dijo...

esta puede ser la explicación de que la plata trae la plata.