Quien pasa todo el día encerrado en su casa mirando los informativos de la televisión, seguramente dirá: «¡Qué horrible, cuántos accidentes automovilísticos!»
Quien pasa todo el día manejando un taxi, observando las cosas que hacen «los que no saben manejar», dirá: «¡Es un milagro que no haya más accidentes automovilísticos!»
Quien se enamora de una persona adorable a quien llama por teléfono a tan sólo cinco minutos de haber dejado de verla, sueña con llegar a un estado en el cual nunca dejen de verse.
Quien analiza con cierto rigor científico en qué consiste la convivencia de dos personas, termina reconociendo que la convivencia es posible sólo con un cierto grado de (feliz) equivocación.
El hombre se enamora de la mujer pero supone que ella es «un hombre diferente». Piensa que es diferente porque no disfruta tanto del fútbol, de la cerveza y de divertirse con los amigos.
La mujer se enamora de un hombre pero supone que él es «una mujer diferente». Piensa que es diferente porque no está pendiente de los adornos, porque no hace dietas y porque habla un poco menos.
Cuando reina la calma, es posible mantener la tolerancia por esas diferencias que «padece el otro género», pero cuando se enojan, entonces se radicalizan las posturas y él exige que ella sea un poco más hombre y ella exige que él sea un poco más mujer.
Ellos se reunen y se ríen de las «cosas raras que hacen las mujeres» y ellas se reunen para hacer más o menos lo mismo.
En tiempos de paz, las diferencias son divertidas, pero en tiempo de enojo, esas diferencias parecen explicar y fundamentar por qué el oponente «está desacertado».
Si no fuera por la feliz equivocación que sugerí antes, nunca formaríamos parejas.
●●●
13 comentarios:
Si no entendí mal usted quiere decir que un chino no es un chileno amarillo sino otra persona diferente.
Quien nunca deja de ver a una persona, sueña con el momento en que la deje de ver, al menos por cinco minutos, y teme el momento en que dejará de verla para siempre.
También se pueden formar parejas homosexuales.
También se complica la cosa cuando él piensa que ella es una "típica mujer" y visceversa.
La convivencia es posible porque tenemos ductilidad.
Cuando me enojo le exijo que sea un poco más TODO
A las diferencias del otro género, le tenemos que agregar las diferencias individuales en todo su abanico.
Nunca pensé que mi mujer fuera "un hombre diferente". Sí pensaba que era "una mujer diferente", pero ahora me doy cuenta de que todas nacieron para pecar.
Los informativos de la televisión sólo me hacen decir "¡qué horrible, qué horrible!"
En casa, cuando reina la calma es porque se viene una tormenta.
Imposible ver en mi novia a un hombre! Tendría que ser ciego, manco y sordo.
Las diferencias se pueden tolerar ¡no es para tanto! Se lo digo yo que ya viví 3 matrimonios.
Los años me han conducido a una radicalizada tolerancia cero.
Publicar un comentario