viernes, 2 de octubre de 2009

La guerra de los 100 años

Con mi esposa siempre tuvimos una serie importante de desacuerdos pero como nos necesitábamos mutuamente porque suponíamos en secreto que sería muy difícil encontrar otra persona que nos soportara el mal carácter, la historia de amor conflictivo continuó.

La educación de nuestra hija mayor nos enfrentó con fiereza. Ella pensaba que si la niña quería subir un escalón muy alto para su estatura, había que ayudarla mientras que yo pensaba que había que dejarla que luche por subirlo sola.

Como nuestros enfrentamientos siempre eran verbales en la discrepancia y sexuales en la concordancia, nos nutríamos —cada uno por su lado— de los argumentos más contundentes para derrotar dignamente al adversario.

Se integró a un grupo de estudiosos del taoísmo y me presentó lo que dijo un sabio sobre cómo el fuego se une a la leña seca y huye de la mojada, demostrando con eso que en la naturaleza «los iguales se atraen y los diferentes se repelen» ... por lo cual, ella tenía que unirse a su hija y ayudarla a subir el escalón.

Esta argumentación me obligó a defenderme y así fue como llegué al psicoanálisis de Jacques Lacan.

Él decía que la naturaleza se vale de los desequilibrios que estimulan acciones reequilibrantes y que por eso necesitamos estar preparados para trabajar buscando restablecer el equilibrio pero sin dramatizar, sin angustiarnos, tolerando que existan desequilibrios y tolerando que tengamos que hacer el esfuerzo por solucionarlos.

Según Lacan, nuestra hija tenía que soportar la dificultad, trabajar para superarla y no ser una quejosa que vive protestando porque las cosas «son como son».

Casualmente nuestra hija hoy es una mujer normal y no creo que hayamos sido protagonistas de esta buena suerte suya.

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11 comentarios:

Anónimo dijo...

La chica es normal porque sabe equilibrar los necesarios desequilibrios, no porque tenga suerte.

Mª Eugenia dijo...

¿Cómo serán los enfrentamientos sexuales en la concordancia? Me dejó con la espina.

Efraín dijo...

A menudo nuestros hijos son fuertes y sobreviven a nuestras equivocaciones como padres.

Morgana dijo...

Siempre pensé que en la naturaleza se atraían los opuestos.

Filisbino dijo...

La tolerancia a la frustración es un buen índice de salud.

Rolando dijo...

Con mi esposa nos vinculamos en el enfrentamiento. Los acuerdos nos indiscriminan y angustian. Esto lo aprendí después de muchos años de terapia.

Pablo dijo...

Formar pareja para vivir teniendo que soportarse es algo que no me cierra.

Orosmán dijo...

Tanto los hombres como las mujeres son insoportables cuando se unen para hacer frente común en problemas de género.

Marcia dijo...

Siempre intenté, con mi esposo, que los chicos no presenciaran nuestros enfrentamientos en cuanto a su educación.

Eladia dijo...

¡Qué linda esa foto, es una ternura!

Sonia dijo...

A veces se atraen los iguales y a veces los diferentes, no creo que haya una regla para eso.