martes, 13 de octubre de 2009

El síndrome de Estocolmo

Naturalmente que noticia es cuando un hombre muerde a un perro y no al revés.

Sin embargo el síndrome de Estocolmo va más allá del atraco a un banco con toma de rehenes (23 de agosto de 1973).

La excepcionalidad de este hecho se debe quizá a que alguien supo darle un nombre periodísticamente impactante (dramático, seductor, vendedor).

Lo que sucedió en este asalto al banco sueco Kreditbanken (1) fue que duró seis días porque algunos rehenes colaboraron con el delincuente.

Suele sucedernos muy a menudo que nos cuesta entender algunas actitudes humanas (propias o ajenas) porque tenemos puestos los oscuros cristales de la lógica, del sentido común, del «deber ser».

Puede pasarnos que en un contexto en el cual nos vemos mortalmente amenazados creemos recibir un gesto de amor, cariño o gentileza del agresor.

Esta creencia puede ser totalmente infundada pero nuestra psiquis reacciona así como un recurso extremo para disminuir una sobrecarga de estrés que deja fuera de juego todo realismo.

Ya en la Segunda Guerra Mundial (1939 - 1945) se observó esta conducta en los campos de concentración.

Llama aún más la atención que el fenómeno no es coyuntural sino que tiene efectos duraderos pues en algunos casos las víctimas testifican a favor en el enjuiciamiento que se realice contra los victimarios.

Esta actitud es coherente con el apego duradero que sienten las personas que, habiendo padecido maltrato familiar, luchan por recuperar la convivencia con los cuidadores de tan triste historia o se vinculan con personas capaces de reproducir aquellas mortificaciones.

(1) Nota: La crónica de este asalto puede leerse en http://es.wikipedia.org/wiki/Robo_de_Norrmalmstorg

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12 comentarios:

H.M. dijo...

Muy interesante este caso. No conocía cómo surgió. Lo recomiendo a los demás lectores.

Betina dijo...

No sé cómo sigo amando a mi padre. En este artículo encuentro un poco de consuelo.

No soy la única.

Óscar dijo...

A veces se perciben de manera inadecuada esos gestos de cariño por parte del agresor y otras veces el agresos realmente los tiene porque mantiene un comportamiento muy ambivalente.

Lorena dijo...

Es increíble como algunos de los mecanismos de defensa que utilizamos nos salvan en lo inmediato pero terminan perjudicándonos gravemente después.

Resignado Pérez dijo...

El ladrón tuvo la gentileza de dejarme sus balas en el chaleco.

Mirta dijo...

Los niños pueden llegar a pensar que son ellos los malos porque les sería más duro admitir la crueldad proveniente del progenitor.

Efraín dijo...

Es obvio que no nos comportamos en forma lógica pero seguimos buscando la lógica en todos nuestros comportamientos.

Sonia dijo...

Con frecuencia nos encontramos con hechos incomprensibles y tenemos que aceptar que no les podemos dar explicación.

Anónimo dijo...

Mi hermana se volvió a casar y el marido que tiene actualmente también le pega.

Magela dijo...

Deberíamos aprender a detectar el sufrimiento de una sobrecarga de estrés, para tomar medidas que nos alivien, cuando eso es posible.

Rosana dijo...

También se pueden confundir relaciones de uso con relaciones de amor.

Pablo dijo...

Quien termina identificándose con el agresor se vuelve incapaz de enjuiciarlo.