sábado, 16 de febrero de 2008

Neurotransmisores – Gragea Nº 49

Los periodistas que saben provocar y/o captar el llanto de un semejante, ascienden rápidamente en su carrera profesional.

En esto cumplen estrictamente con su cometido: satisfacer el deseo de los televidentes. O sea que, resumiendo, a una mayoría nos gusta ver como otros lloran.

Cuando era niño recuerdo que me gustaban ver como otros niños lloraban por ser rezongados, castigados o frustrados por sus padres. Esa escena me daba una sensación de superioridad y de «eso a mí no me va a pasar».

Quizá la apetencia por la crónica roja, por los temas policiales, por las tragedias que otros sufren, también abundan en nuestros medios televisivos porque habemos una mayoría que disfrutamos con el sufrimiento ajeno,... aunque no lo reconoceríamos de ninguna forma.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Puede ser que así sea, pero juro que si fuera yo quien tuviera que calificar a esos camarógrafos que primerizan el plano de unas lágrimas, los sacaría a patadas.

Anónimo dijo...

¿por qué pensar que si le pasa a otro no me va a pasar a mí? De pronto el disfrute viene por el lado de "ahora eso a mi no me está pasando", pero de todos modos, si es algo que sucede, en otro momento me puede pasar. Creo que las sensibilidades están divididas, hay quienes sienten franco rechazo hacia ese tipo de notas periodísticas y hay otro grupo que secretamente las disfruta.

Anónimo dijo...

¿por qué pensar que si le pasa a otro no me va a pasar a mí? De pronto el disfrute viene por el lado de "ahora eso a mi no me está pasando", pero de todos modos, si es algo que sucede, en otro momento me puede pasar. Creo que las sensibilidades están divididas, hay quienes sienten franco rechazo hacia ese tipo de notas periodísticas y hay otro grupo que secretamente las disfruta.

Anónimo dijo...

El que provoca emociones fuertes siempre es bienvenido.

Anónimo dijo...

Te gusta verme llorar! Siempre pensé que eras un pobre infeliz. Debería haberle hecho caso a mi mamá. No me esperes a cenar esta noche.

Anónimo dijo...

Yo también disfrutaba de niño cuando los padres o la maestra castigaban a otro. Para mi que es el consuelo del tonto: mal de muchos...

Anónimo dijo...

La crónica roja, es parte de la información de lo que sucede en nuestra sociedad. No estaría bien ocultarla. Pienso que el estilo debe ser sobrio, evitar truculencias y no olvidar que es una crónica, no una novela.