lunes, 11 de febrero de 2008

Neurotransmisores – Gragea Nº 44

— ¿Por qué te casaste con mi hijo, eh? Porque es un excelente hombre gracias a que supe criarlo. Así que ahora al hijo de ustedes lo educaré yo también.

¡Lío en puerta! Esta suegra está invadiendo como Estados Unidos a Irak: sólo por hacerle un bien a los invadidos.

Me imagino a la pobre madre primeriza, insegura porque se sabe inexperiente, atacada por esta mujer hecha y derecha que además tiene a su hijo como aliado.

El único terapeuta idóneo para arreglar este problema familiar tan lleno de amor y de odio, es el tiempo. Y cada vez que usamos a este terapeuta, tenemos que pagar sus honorarios con «paciencia».

Por ahora la pobre nuera sólo tiene a su favor el flaco argumento de que la madre de su esposo lo convirtió en un buen hombre a pesar de que también para la suegra este fue su primer hijo.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Uno de los miles de chistes sobre la suegra dice que el diablo las inventó porque no podía estar en todos lados. ja-ja

Anónimo dijo...

Cuando uno puede elegir con quien vincularse, hay menos posibilidades de que las cosas anden mal. La suegra no elige a su nuera (aunque lo intente aconsejando a su hijo). La nuera, enamorada, quizá esté medio atontada por este sentimiento tan sublime como volátil.

En gral habría que pensar que es preciso estar dispuestos a tolerar las diferencias y desarrollar los músculos de la tolerancia más que los de cualquier otra parte del cuerpo.

Anónimo dijo...

para mi la fórmula es tolerancia-paciencia-distancia adecuada

Anónimo dijo...

Mi suegra es más exigente que una empresa seleccionadora de personal. Yo no estoy con el perfecto de su hijo porque haya pasado los exámenes; me impuse simplemente. Hubo unas cuantas antes que yo que quedaron por el camino. Mi arte está en imponerme sin que ella se de cuenta ( no quiero perder recursos en guerras inútiles)