domingo, 24 de febrero de 2008

Test vocacional

Analista ♀ — Lo escucho.


Paciente ♂ — Yo vengo porque quisiera hacerme un test vocacional. Tengo diecinueve años, terminé secundaria y hace meses que no sé para dónde agarrar.


Al principio quería ser cura. Tengo un amigo que ingresó al Seminario y lo que me cuenta no termina de convencerme. A mi me gusta mucho el deporte, sobre todo el fútbol y el básquetbol. Soy socio de dos clubes y le dedico mucho tiempo a practicar esos deportes. Me gustan mucho y además me gusta mucho el ambiente de amistad que se forma entre los compañeros.


También estuve averiguando para ingresar en las Fuerzas Armadas. Ahí también tengo amigos que ya son alférez y me dicen que el ambiente se complicó mucho desde que entraron las mujeres. Cuando ellos empezaron a estudiar ya había mujeres, pero ellos se imaginaban que la vida militar era más masculina, más recia, más viril, más varonil, pero las mujeres lo pudren todo.


Bueno, yo hablo así pero a mi mamá la adoro. Yo diría que ella es la única mujer realmente valiosa. Usted perdone, pero hasta ahora mi experiencia ha sido muy desagradable. Pierden el tiempo en pavadas, se fijan en cosas insignificantes, lloran, viven pensando en formar una familia y tener hijos. No sé, yo no estoy para eso. Lo que a mí me gusta es estar con mis compañeros, practicar deportes fuertes, reunirnos a tomar cerveza y conversar de cosas de hombres.

Estuve ennoviado con una muchacha que conozco desde la escuela, pero siempre es lo mismo: me aburrió.

Mi padre es como si estuviera pintado al óleo. En mi casa no corta ni pincha. La única que hace y deshace es mi madre. Realmente ella es muy inteligente y nos llevamos muy bien. Nadie podría nunca igualarla como mujer. ¡Es fantástica!

Estuve tratando de encontrar mi verdadera vocación con una colega suya pero no nos entendimos. Me salió con temas que no tenían nada que ver. Al final me hizo más mal que bien.

Mi padre un día me preguntó si me gustaban las mujeres delante de mi madre y casi le pego una trompada. Que alguien piense que no soy lo suficientemente masculino me provoca un miedo atroz.

Analista ♀ — ¿Le provoca un miedo atroz o atrás?

Paciente ♂ — ……………………

Analista ♀ — ¿Dejamos por acá?

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12 comentarios:

Anónimo dijo...

Tu familia te quiere y te apoya. Sé tu mismo, eso es lo principal. Lo demás es secundario, se soluciona con un poquito de vaselina.

Anónimo dijo...

Creo que conozco a ese chico ¡ojalá que sea bisexual!

Anónimo dijo...

Algo parecido me susurró un gay cuando le dije "tengo un hambre atroz": "y yo tengo hambre atrás".
Se me fue el hambre y nunca encontré una mujer capaz de disfrutar tanto del sexo anal como aquel chico. Pasan los años y sigo sin entender a las personas.

Anónimo dijo...

Por como está contada la historia de este pibe, él prefiere juntarse con varones y por eso estaría denotando una tendencia homosexual, pero yo disfruto mucho de la compañía de los hombres pero nunca se me ocurriría tener sexo con ellos. En todo caso (y lo hemos hecho) podemos llegar a juntarnos dos o tres y tener sexo con una mujer que lo consienta.

Anónimo dijo...

No entiendo lo que no entiende Héctor de las personas ¿me podés explicar Héctor?

Anónimo dijo...

la próxima entramos por la puerta del fondo

Anónimo dijo...

Soy mujer y me dan más miedo las mujeres que los hombres. No sé, este ej. que puso de sesión analítica me hizo pensar en eso

Anónimo dijo...

El miedo hace que el cuerpo se comporte de una manera particular con los esfínteres.

Anónimo dijo...

Psicosomática tiene razón, yo sufrí de vaginismo en mi tierna adolescencia. Ahora sufro de palanganismo (perdón por la grosería, es para poderme explicar, quizás a otras mujeres les pase lo mismo)

Anónimo dijo...

¿Cuál es el mensaje de este texto?
¡Sr, Sra, préstele atención a sus miedos!...si se anima.

Anónimo dijo...

Soy mujer y puedo disfrutar mucho el sexo anal, Héctor. Te invito al desafío del sexo anal. Más allá de eso, respeto tus opciones.

Anónimo dijo...

Como dice Mieres, a veces las dificultades de elección a nivel vocacional esconden ante nosotros mismos otras dificultades de elección más decisivas.