jueves, 21 de febrero de 2008

El gran discurso inaudible

Es tan baja la credibilidad de los políticos que en la campaña proselitista de George Bush padre, le dijo a sus televidentes: «Lean mis labios» y gesticuló ostensiblemente «No más impuestos». Lo demás es por todos conocidos: Autorizó todos los impuestos que no había más remedio que cobrar.

Esta anécdota me llegó desde tan lejos porque seguramente fue un inteligente gesto dramático, conmovedor, esperanzador. Quizá él sólo (el gesto) lo llevó a la presidencia (1988).

En psicoanálisis hacemos mucho hincapié en lo que llamamos la «realidad psíquica». Esto no es más que aquello que efectivamente pensamos, tenga o no que ver con la realidad material y que determina nuestras decisiones.

La mayoría somos grandes consumidores de esperanza, palabras de aliento, ilusiones, promesas. Y las consumimos por necesidad, no por vicio. El estado de ánimo positivo influye sobre nuestra buena salud y esto está alineado con los dictámenes ineludibles del instinto de conservación. No estaría mal decir que "nos ilusionamos en defensa propia".

5 comentarios:

Anónimo dijo...

De hecho el cine mudo está lleno de diálogos inaudibles... y cómo se emocionaba la gente con él.

Anónimo dijo...

Alguien es esperanzador cuando llena de esperma nuestra fantasía y nos deja embarazados esperando una nueva vida.
Marx decía que la religión es el opio de los pueblos y para mí que la esperanza es una enfermedad que nos inoculan los gobernantes.
Lo mejor siempre está por venir y todo tiempo pasado fue mejor. Estamos bien fregados!!!

Anónimo dijo...

De acuerdo con Pancho, la esperanza habria que estirparla de raiz cuando uno nace.
En la escuela solo deberian dedicarse a enseñarnos que siempre vamos a desear aquello que no tenemos.
En el liceo 6 años dedicados a hacernos comprender que pretender ser feliz es una inocentada.
Los 4 o 5 que no cometan un acto de autoeliminacion, deberan comprender en sus estudios terciarios que estamos irremediable y eternamente solos.

Anónimo dijo...

leyendo el ultimo parrafo ahora entiendo porque de unos años a esta parte, estar con mi madre, por lo general me deprime profundamente.
Ella vive de ilusiones, bien por ella, pero que no me las meta en el almuerzo

Anónimo dijo...

El gran discurso inaudible, es el de los hechos, siempre y cuando sepamos interpretarlos...
Qué difícil es la vida.