«No soy ni seré tu amigo ideal porque el amigo ideal no existe y yo sí existo».
Es oportuno recordar aquella sentencia positivista que dice «Lo perfecto es enemigo de lo bueno».
Lo mismo que con las amistades, sucede con los cónyuges, con los familiares, conocidos, compañeros de trabajo, copropietarios del condominio, vecinos, ciudadanos. Cuando esperamos del otro algo maravilloso estamos propiciando el fracaso del vínculo. En este esquema es totalmente injusto culparlo por nuestra desilusión.
No solamente que uno siempre quiere lo mejor aún sin reparar en que eso que pedimos es imposible, sino que también hay una autopublicidad en esta actitud.
El que se autopublicita piensa con aire falsamente ingenuo: «Yo espero de ustedes que sean maravillosos porque yo lo soy todo el tiempo. ¿Alguien no lo es acaso? A mí no me cuesta nada ser genial, divino, simpático, honesto, sincero, elegante, ...»
13 comentarios:
¿por qué cuando recordamos la infancia sentimos que tuvimos amigos ideales?
QUIERO QUE EXISTAS
Si alguien me hubiese ayudado a pensar que no se puede esperar algo maravilloso de otro, sino que sucede sólo a veces, de a ratos y que lo maravilloso en realidad es ver a cada persona como una unidad perfecta en sí misma, por más incomprensible que nos parezca. Si hubiese masticado algún tiempo esos pensamientos, probablemente no sería divorciada.
Es cierto somos mucho más indulgentes con nosotros mismos y medimos a los demás según nuestra imágen y semejanza.
Uno a veces recuerda tonterías y olvida cosas importantes. La totería que yo recuerdo es cómo una vez enfrenté a mi padre porque se le descubrió una aventura extramatrimonial oprobiosa. Siendo su hijo mayor me sentí con el derecho de amonestarlos (como si yo fuera el representante de la dignidad familiar) y le dije con tono severo: "¡Cómo me desilusionaste papá!". Sin bajarse del pedestal al que siempre estaba subido, me dijo desde allá arriba: "¡Cómo te habías ilusionado tontito!"
Gracias a la sentencia positivista que mencionás, pude pintar el techo del baño sin romperme la columna.
¡Con los coprietarios de los condominios no! Para eso antes tienen que canonizarte. No existe bicho más despreciable que el copropietario de condominio.
En algún lado leí que los libros infantiles que terminan con la frase "y fueron felices para siempre" , eran códigos que se utilizaban en aquella época para enviar mensajes cifrados, entre miembros de la aristocracia.
Cada letra de la frase representaba a otra que cambiaba en forma semanal. Los cambios se comunicaban en las revistas de palabras cruzadas de la época mediante mecanismos muy ingeniosos. De este modo podían hacerse negocios entre los miembros de una logia secreta (cuyo nombre no recuerdo)con un éxito fenomenal
LA CULPA LA TIENEN LAS MADRES
En el último párrafo, Sr. Mieres, estoy de acuerdo con todo menos en dónde dice:"alguien no lo es acaso". Le pido por favor que me presente a esa persona que dice conocer, aunque sólo sea un poquito maravillosa.
Discrepo con "la buscadora" , nadie, mucho menos Mieres, piensa que todos sean geniales. Ni siquiera durante el episodio agudo de una crisis bipolar. Por más feliz que estés en la vida como esas veces que cedés tu asiento en el ómnibus a las viejas, o que te reís con cara de idiota, siempre sabés en el fondo del bobo que todos son como vos: hacen lo que pueden.
No me convencen ni " la realista, ni la busca". Hay momentos en que sentís que todos y todo es perfecto. Son breves momentos, pero valen.
No leí todos los comentarios pero agrego que algunas personas adoptan la postura perfeccionista porque lo que procuran es no hacer nada y además quedar bien. Se me ocurre que alguien puede decir: "Hay que ayudar al prójimo, pero la gente es muy mezquina y no quiero quedar como un tonto. Hasta que los demás no hagan su parte, yo no haré la mía".
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