Los hombres compramos servicios sexuales para no
realizar la antinatural gestión de conquistar a la mujer que nos gusta.
Los varones somos compradores
de servicios sexuales en más oportunidades que las mujeres. Las prostitutas
trabajan más veces con varones que los taxi-boys con mujeres (o gays).
¿Cuál será la causa de que
esto ocurra así?
Todas las explicaciones que
usted conoce seguramente son correctas, pero aún así, intentaré compartir con
usted una hipótesis, por si nunca la tuvo en cuenta.
En varios artículos (1) he
mencionado que es la mujer la que convoca a algún varón en particular, (no a
cualquiera), cuando sus hormonas la inducen a ser madre.
Sin embargo, nuestra cultura
machista insiste con que es el varón el que tiene a su cargo seducir,
conquistas, convencer a la dama de que se case con él.
Por lo tanto, en resumen,
tenemos una situación invertida: las mujeres, que deberían encargarse de
seducir al varón, se avergüenzan porque no
queda bien que ella lo invite a ser el padre de sus
hijos. Es poco frecuente oír a una mujer decente decir: «Ven José, copula
conmigo que deseo tener un hijo tuyo».
Los hombres, que deberían ser elegidos por alguna mujer se
sienten obligado a seducir y se mueren de miedo porque padecemos algo que se
llama «metonimia».
Este funcionamiento mental opera en las cabezas de varones y
de mujeres, pero en la situación que estamos tratando, si él fuera rechazado
por la mujer que desea conquistar, correría el riesgo de pensar (por metonimia)
que es rechazado por todas las mujeres y no por una sola. El sufrimiento sería
terrible.
Para eso están las prostitutas: el varón, indebidamente
obligado a conquistar, tiene miedo, pero sabe que pagando el servicio sexual
ese rechazo nunca existirá. Por esto los varones compramos servicios sexuales.
(Este es el Artículo Nº 2.051)
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