martes, 22 de octubre de 2013

La sátira política



 
La sátira política refuerza el poder de los gobernantes porque el pueblo termina creyendo que sus actos de corrupción son humorísticos.

Este artículo está vinculado temáticamente a otro (1) en el que también hago mención a la función simbólica de la mente, por la cual la sabiduría popular llega a la conclusión metafórica de que «Perro que ladra no muerde».

En el mencionado artículo hago hincapié en el hecho de que los juegos bélicos son útiles para tramitar eficazmente la agresividad humana y que, con su uso, evitaríamos muchos actos de violencia real e irreversibles.

La mencionada vinculación temática de este artículo está dada porque les haré un comentario sobre las divertidas burlas que algunos artistas hacen de los políticos.

Como espectadores aplaudimos esas actuaciones por varios motivos:

El primero, y el más obvio, festejamos la genuina diversión que nos provocan.

En segundo, porque también somos capaces de reírnos por los nervios, el miedo, la sorpresa. Cuando pensamos «¿Cómo esta persona se atreve a decir lo que dice, para que todos lo oigan, y seguramente también la víctima?», sentimos miedo ajeno. Suponemos que el poderoso gobernante aplicará todo el poder del Estado para castigar el atrevimiento de quien osa burlarse de él.

En tercer lugar, aplaudimos porque seguramente queremos alentar a este suicida que parece defendernos de los abusos de poder de quienes nos gobiernan.

En cuarto lugar, también festejamos pertenecer a un país donde la libertad de expresión llega al límite tan insólito de ofender groseramente y que nada le ocurra al agresor.

En quinto lugar, —y esto es más difícil de percibir—, porque nos ponemos en el lugar del gobernante de quien el actor se burla. ¡Ya desearíamos para nosotros tanta madurez emocional de no enojarnos!

En suma: La sátira política refuerza el poder de los poderosos.

 
(Este es el Artículo Nº 2.057)

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