jueves, 10 de octubre de 2013

Más realistas que el rey




Quienes parecen ser «más realistas que el rey» son disimulados transgresores de la prohibición del incesto y de otras obligaciones.

Los seres vivos tenemos muchas formas y comportamientos que nos diferencian: aves, mamíferos, peces, vegetales, microbios. La variedad es muy grande.

Los humanos, como los demás seres vivos, también tenemos características que nos diferencian del resto.

Una de esas características es que nos observamos con especial atención, sin que podamos afirmar que las demás especies también lo hacen.

Algunos dicen que los humanos nos prohibimos el incesto para formar parte de los grupos (¿manadas?) que creamos y que llamamos «cultura».

Los antropólogos confirman que, de una u otra manera, en todas las culturas existe este requisito fundamental: a los integrantes se les impide satisfacer un deseo muy intenso: copular con algún pariente (madre, padre, hermano).

Por lo tanto, para que podamos disfrutar de los beneficios de ser considerados humanos, debemos cumplir el requisito de abstenernos de satisfacer un deseo tan fuerte como es el de formar una pareja conyugal con un familiar directo.

Claro que no somos tan sumisos como para respetar esta prohibición y quedarnos muy tranquilos. Nuestra cabecita inquieta y transgresora no para de inventar estrategias para hacer trampa, eludir la prohibición, pecar, delinquir.

Es que el precio de ser admitidos en la sociedad humana no solamente es la prohibición del incesto, después nos agregan sobre-precios tales como son respetar la propiedad privada, la monogamia, no mentir.

Estos abusos de los administradores sociales de turno, (gobernantes, padres, Estado, religiones, empleadores, maestros), nos generan dudas, incertidumbre, ansiedad, disconformidad, deseos de aumentar los intentos transgresores.

Como forma de eludir los costos que se agregan a la prohibición del incesto, algunos transgresores-simuladores parecen prohibirse más de lo que se les pide. De ellos decimos que «son más realistas que el rey».

(Este es el Artículo Nº 2.045)

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